A 41 se elevó la cifra de muertos por los voraces incendios foretales que hace más de una semana consumen na vasta zona de California (EU), donde también se han reportado 200 desaparecidos, mientras que en varias áreas de Portugal y su vecina región española de Galicia se vive un infierno similar que hasta el momento ha dejado 32 víctimas fatales en el primero de estos países y siete desaparecidos, mientras que en territorio español los fallecidos han sido tres.
Los equipos de bomberos y de rescate en California intensificaron ayer la búsqueda de más de 200 desaparecidos por los incendios forestales que ya dejaron 41 muertos . Estos incendios, los más letales en la historia del estado, golpearon principalmente la región del vino aunque las autoridades informaron de focos en otras zonas.
En el condado de Sonoma, el más afectado, se reportaron 1.643 desaparecidos, de los que 1.420 aparecieron a salvo. Perros entrenados buscan cuerpos entre los escombros. Los bomberos han dicho que en algunos casos solo encontraron "cenizas y huesos", por lo que la identificación puede llevar semanas. La mayoría de las víctimas son ancianos, entre los 70 y 90 años de edad.
La mitad de los muertos se registraron en Sonoma, con más 3.000 hogares destruidos en la ciudad de Santa Rosa, que pertenece a su jurisdicción. Las llamas arrasaron con barrios enteros de este pueblo de 175.000 habitantes. Muchos vecinos contaron como tuvieron que saltar a sus piscinas para resguardarse del fuego y ver como sus hogares desaparecían.
Entre tanto, en Europa, se vive un drama similar. Al menos 35 personas murieron en los incendios forestales que devastaban ayer varias áreas de Portugal y de la región española de Galicia, atizados por fuertes vientos originados en el huracán Ophelia.
Según el último balance de las autoridades, estos incendios dejaron 32 muertos en el centro y el norte de Portugal, donde siete personas seguían desaparecidas, y tres fallecidos en Galicia. Entre las víctimas confirmadas hay un bebé de un mes.
Las llamas también causaron 56 heridos, incluidos 16 graves, entre la población y los bomberos.
Cerca de 3.000 bomberos trabajaban en todo el país para intentar apagar los incendios, pero más de una treintena de focos "importantes" seguían activos y un número indeterminado de pueblos permanecían bajo la amenaza de las llamas.
En Galicia, las autoridades contabilizan una quincena de focos activos potencialmente peligrosos para la población y esperaban que la lluvia y el descenso de las temperaturas anunciadas a partir del lunes ayudarían a detener las llamas.