La intervención en el mercado cambiario por parte del Banco de la República para controlar el rumbo del dólar, es esperada por los inversionistas con prevención. Este mecanismo, que fue corregido por el Emisor del 7% al 5% si el valor de la divisa cae o sube el promedio móvil de los últimos 20 días, no ha sido utilizado todavía, a pesar de los fuertes vaivenes de la tasa de cambio.
Por ejemplo, ayer la moneda estadounidense disminuyó su valor en el mercado colombiano en casi 60 pesos frente a la jornada del miércoles, con una diferencia diaria de 1.42%. Este comportamiento se va sumando a lo largo de 20 días para establecer el promedio y así cuando se dan fuertes alteraciones del dólar, debería el Emisor salir a vender parte de sus reservas internacionales, que inicialmente fueron establecidas en 500 millones de dólares en su intervención.
Si hace el ejercicio del 5% en los últimos 20 días, se tiene que el descuadre es de 79 pesos, pero a intervención se daría al alcanzar una diferencia de 168 pesos, es decir que se está a la mitad de que el Emisor tome la medida para salir a vender los primeros 500 millones de dólares.
De acuerdo con un análisis de ANIF, la idea detrás de este mecanismo es doble: i) evitar “excesiva volatilidad” a través de ofrecer mayores divisas en esos momentos de creciente tensión cambiaria; y ii) hacerlo pero sin alterar la tendencia de la tasa de cambio, la cual debe responder a los “fundamentales” macroeconómicos.
La flotación
Señala el gremio financiero que “estos principios de flotación cambiaria han sido la ‘piedra angular’ de la exitosa estrategia de Inflación Objetivo (IO) que adoptó Colombia desde los años 1999-2000, la cual había permitido ‘anclar’ las expectativas de inflación en el rango 2%-4% durante el período 2010-2014. Sin embargo, durante 2015 se produjo un preocupante ‘desanclaje’ inflacionario como resultado de la fatal combinación de presión sobre la canasta alimenticia (bordeando 11% anual por cuenta de la prolongada sequía) y por transmisión de costos de los importados (a ritmos del 18% anual en el IPP)”.
Esto último explica que la inflación subyacente del IPC llegara al 5,2% anual. ANIF ha venido mencionando que el BR está enfrentando choques históricos antes no conocidos al dejar flotar la tasa de cambio tras un marcado desalineamiento resultante de la llamada “enfermedad holandesa” del período 2005-2013.
Ello rompió el buen período de anclaje inflacionario y ahora nuestra economía enfrenta grandes desafíos para regresar a la franja 2%-4% anual hacia 2017, tras observarse una aceleración inflacionaria al 6,8% en 2015 y probablemente hacia el 4,5%-5% en 2016 (dependiendo de la corrección que se dé en la balanza de pagos de este año).
A la altura de mayo de 2015, ANIF recomendaba utilizar el mecanismo de opciones cambiarias para evitar que el Banco de la República tuviera que recargarse excesivamente en alzas de sus tasas de interés.
Esto solo vino a ocurrir tardíamente en octubre y, además, de forma tímida al fijar el disparador a niveles elevados del 7%.
Debido a ello, la presión cambiaria sobre la inflación no se logró controlar, lo cual ahora intenta remediarse con el ajuste del disparador al 5%.
El colchón
Ahora bien, el colchón de amortiguación cambiaria del cual hoy dispone el BR, la verdad sea dicha, no es holgado, pues la relación reservas internacionales/Obligaciones de Corto Plazo + Déficit en Cuenta Corriente), tan solo bordea la unidad, cuando debería ser prácticamente el doble para tener “músculo” frente al mercado. Esta es la razón de fondo por la cual el BR ha tenido que obrar con prudencia frente al “disparador” de las opciones, en momentos en que (para colmo de males) el precio del petróleo Brent se ha descolgado de los US$54/barril del primer semestre de 2015 a la franja de solo US$28-30/barril a inicios de 2016.
En este sentido, es evidente que el Emisor cuenta con instrumental bastante limitado frente a semejante cúmulo de choques externos negativos, incluyendo la baja en las exportaciones del resto de commodities y el mal desempeño de las exportaciones del agro y la industria (cayendo a ritmos del 10% anual en dólares).
Así, tanto el Gobierno como el Banco han tenido que conceder que el ajuste se estará dando vía mayor compresión de las importaciones (actualmente al -15% anual) y del crecimiento económico a lo largo de 2016, probablemente desacelerándose del 2,8% de 2015 hacia el rango 2%-2,5% en 2016.
Cabe preguntarse: ¿Cuánto resta de ajuste cambiario antes de encontrarse niveles de cuasi-equilibrio que le permitan al Emisor pensar en dejar de subir las tasas de interés? La respuesta de cajón es que ello dependerá de forma crucial de la trayectoria de los precios del petróleo, donde la geopolítica de Arabia Saudita vs. Irán ejerce presiones alcistas, mientras la desaceleración de China y de otros emergentes lo tiran a la baja.
Aun así, el gremio financiero ha venido mencionando que el BR está enfrentando choques históricos antes no conocidos al dejar flotar la tasa de cambio tras un marcado desalineamiento resultante de la llamada “enfermedad holandesa” del período 2005-2013.
Ello rompió el buen período de anclaje inflacionario y ahora nuestra economía enfrenta grandes desafíos para regresar a la franja 2%-4% anual hacia 2017, tras observarse una aceleración inflacionaria al 6,8% en 2015 y probablemente hacia el 4,5%-5% en 2016 (dependiendo de la corrección que se dé en la balanza de pagos de este año).