Renovada voluntad política para acabar el desangre en el este ucraniano pero que dista mucho de garantizar el fin del conflicto es lo que deja entrever el acuerdo de paz, que impulsado por Alemania y Francia, alcanzaron las partes en Minsk.
Precedidas de una creciente presión de Occidente sobre Rusia se llegó a la mesa de negociación en suelo bielorruso. Fueron 16 horas de conversaciones, enmarcadas por la alta tensión, desde el inevitable apretón de manos entre los presidentes de Rusia, Vladimir Putin y su homólogo ucraniano, Petro Poroshenko, hasta el anuncio –en la madrugada de ayer- que se había llegado a un acuerdo sobre lo fundamental.
El presidente francés, Francois Hollande y la cancillera alemana, Angela Merkel, Poroshenko y Putin lograron que los rebeldes separatistas firmaran una hoja de ruta para restablecer la paz en el este de Ucrania, que incluye un alto el fuego desde eldomingo, la retirada de beligerantes y de armas pesadas, y la ampliación de 30 kms a entre 50 y 70 kms de una zona tapón en torno a la línea del frente.
Básicamente lo convenido ayer es una extensión de los dos anteriores acuerdos logrados también en Minsk y que establecía como prioridad el cese al fuego, compromiso que fue roto a los pocos días recrudeciendo la violencia hasta llegar al inédito punto de que el miércoles, mientras se cumplían las negociaciones, sobre el terreno se registrara la jornada más sangrienta de los últimos diez meses.
Sin embargo, lo alcanzado ayer en Minsk corre el riesgo de ser un nuevo “saludo a la bandera” ya que llegó junto a una nueva ola de hostilidades en el terreno que podrían debilitar el pacto incluso antes de que su tinta se seque.
El escepticismo es palpable. Y así se evidencia con expresiones como “no será fácil”, es un “acuerdo sobre lo esencial”, tan sólo es un “rayo de esperanza”, “no todo está hecho”, “es una oportunidad” y “se necesita una solución política global” que fueron la constante en las declaraciones tanto de los protagonistas de la cumbre como de los rebeldes prorrusos.
"Fue una negociación difícil y prevemos que el proceso de implementación no será fácil", dijo el presidente ucraniano Petro Poroshenko en una pausa de la cumbre de líderes de la Unión Europea a la que fue invitado para dar cuenta de la situación en su país, luego de 10 meses de conflicto armado en el este.
"Para nosotros es de vital importancia mantener la presión, con el fin de que se mantenga el alto el fuego”, añadió Poroshenko, quien acudió a Bruselas para informar del acuerdo pactado en Minsk, tras el prolongado cara a cara con su homólogo Putin.
Poroshenko agradeció el apoyo europeo a su gobierno y fue enfático en señalar que "tenemos un problema de confianza con Rusia".
Y ello se evidenció ayer mismo, al señalar que "desgraciadamente, después de firmar el acuerdo, los terroristas apoyados por Rusia (...) activaron su ofensiva en las zonas del este de Ucrania”.
Por ello Poroshenko instó a que de mantenerse esa situación, la UE y Estados Unidos deberían reflexionar sobre nuevas sanciones contra Rusia, tema que divide a la eurozona ya que muchos de sus miembros consideran que éstas no generan los efectos esperados.
Por su parte, Hollande y Merkel antes y después de la cumbre de Minsk señalaron que las perspectivas de este nuevo acuerdo eran muy frágiles.
Hollande dijo que “hay una esperanza real de resolver el conflicto aunque no todo está hecho” y por ello instó a buscar una "solución política global y un alto el fuego" en Ucrania.
Sin embargo advirtió que "las próximas horas son decisivas ya que puede ir para un lado como para el otro y esto supone que sigamos alerta, que ejerzamos presión".
La cancillera alemana rebajó claramente el optimismo exhibido por su par francés al declarar que no se hace "ninguna ilusión", ya que quedan "todavía grandes obstáculos" que superar.
"Ahora tenemos un rayo de esperanza", dijo Merkel en Minsk, pero agregó que "no me hago ninguna ilusión, no nos hacemos ilusiones…Habrá todavía grandes obstáculos por delante (...) aunque hay una verdadera ocasión de hacer evolucionar las cosas para mejor".
Un tono similar adoptó el ministro de Exteriores alemán, Frank-Walter Steinmeier, en un comunicado desde Berlín.
El acuerdo de Minsk "no es una solución global y todavía menos un avance" afirmó Steinmeier, aunque reconoció que se trata de un "paso adelante que nos aleja de una espiral de escalada militar".
Vladimir Putin, por su parte, señaló que “Conseguimos alcanzar un acuerdo sobre lo esencial” y llamó a los soldados ucranianos rodeados por separatistas en Debaltseve, en el este de Ucrania, que estimó entre 6 mil y 8 mil, a deponer sus armas para que el alto el fuego entre en vigor.
A su vez, el líder separatista prorruso Alexander Zajarchenko afirmó que la hoja de ruta firmada ayer alumbra la "esperanza de una resolución pacífica" del conflicto iniciado en abril en el este de Ucrania y que ha dejado más de 5 mil muertos.
"No tenemos más remedio que darle esta oportunidad a Ucrania; todo el país cambiará", dijo otro líder rebelde, Igor Plotnitsky, después de que ambos firmaran el documento.
50 tanques rusos en Ucrania
Según el gobierno de Kiev, durante la cumbre de Minsk medio centenar de tanques así como material pesado ingresaron en territorio ucraniano desde Rusia, en la noche del miércoles al jueves.
"Unos 50 tanques, 40 lanzacohetes múltiples Grad, Uragan y Smertch, así como blindados, atravesaron la frontera ruso-ucraniana en el puesto de control de Izvarine", en la región separatista prorrusa de Lugansk, declaró Andrei Lysenko.
"El enemigo sigue reforzando sus posiciones en las más peligrosas direcciones: en el noreste de la región de Lugansk y cerca de Debaltseve", estratégico nudo ferroviario a medio camino entre las capitales separatistas Donetsk y Lugansk, donde las tropas ucranianas están prácticamente rodeadas, dijo.
El conflicto en el este de Ucrania -con 49 muertos entre el martes y el miércoles- ha generado el peor período de confrontación entre Rusia y los países occidentales desde el final de la URSS en 1991.
Desde Washington, el presidente estadounidense, Barack Obama, había advertido al Kremlin que "si Rusia continúa con sus agresiones a Ucrania, sobre todo enviando soldados, armas y financiando a los rebeldes, el precio a pagar aumentará".
En esa línea, ayer le dio una cauta bienvenida al nuevo acuerdo de Minsk.
"El acuerdo representa potencialmente un avance importante para una solución pacífica del conflicto", indicó la Casa Blanca en un comunicado, subrayando que "el cese el fuego debe aplicarse y respetarse".
La Casa Blanca dijo que ahora Rusia debe "poner fin a su apoyo a los separatistas y retirar sus soldados y equipos militares del este de Ucrania".
"La verdadera prueba de lo que hoy se acordó será su implementación clara y completa", agregó la Casa Blanca, que también se dijo estar “particularmente preocupada por la escalada en los enfrentamientos de hoy (ayer), que son inconsistentes con el espíritu del acuerdo".
En medio de tanta incredulidad, el escepticismo el gobierno ucraniano recibió ayer una buena nueva: la decisión del Banco Mundial de proporcionar hasta 2.000 millones de dólares en 2015 en apoyo al pueblo ucraniano frente a los actuales desafíos económicos, financieros y geopolíticos.
Habrá que esperar a que las partes cumplan este pacto fundamental para desescalar la guerra y dar pasos firmes hacia el fin de un conflicto que no sólo tiene en riesgo la integridad territorial de Ucrania, sino la seguridad europea.