Ejemplo hasta ahora de estabilidad política y económica en una Europa atormentada por la crisis, Suiza elige mañana su nuevo parlamento en un contexto de miedo e incertidumbre, con la inmigración como gran problema nacional.
Los cinco millones de electores suizos elegirán a los 200 representantes del Consejo Nacional (diputados) y los 46 Consejeros de Estado (senadores) entre un número récord de candidatos - 3.458 -, más de 10% que en las precedentes elecciones.
La campaña electoral ha permitido a los suizos librarse a un ejercicio de introspección nacional.
"Hay un temor en la población a sufrir los efectos de la crisis económica y financiera, en una Suiza temerosa y políticamente inestable", asegura a la AFP el politólogo Pascal Sciarini.
"Nunca Suiza ha parecido tan atormentada por el miedo a perder su identidad, por la angustia de dar un nuevo paso para acercarse a sus vecinos europeos", resume un editorial del diario Le Temps.
Según los últimos sondeos, la inmigración sigue siendo el problema principal de los suizos y 35% de las personas interrogadas lo consideran como la mayor de sus preocupaciones, por delante de la vivienda, la salud, la cuestión nuclear o un franco fuerte.
Estos temores han favorecido un crecimiento de la derecha populista, que se ha apropiado del tema convirtiéndolo en su punta de lanza. Así, el partido populista UDC (Unión Democrática del Centro) obtuvo 28,8% de los votos en la última consulta federal en 2007.
En un paisaje político sin personalidades destacables, y una mecánica bien engrasada del compromiso, la UDC, primer partido político del país, desentona con un marketing político agresivo y sus carteles con claros relentes xenófobos.
Oskar Freysinger, un dirigente del UCD, asegura que su partido "superará el nivel histórico del 30%".
"La inseguridad, la criminalidad, la bandas de Lyon (tercera gran ciudad francesa) que vienen a Ginebra" son un "espejo de la Unión Europea (UE) que no hace soñar a nadie", añade.
"Mientras Suiza no sea capaz de definir una estrategia política respecto a la UE, la UDC se aprovechará de ello", asegura por su lado Gilbert Casasus, especialista de estudios europeos de la Universidad de Friburgo. "El odio al extranjero siempre ha desempeñado un papel" en la política suiza, añade.
"Es una gran contradicción, ya que Suiza debe su riqueza al hecho de tener una población de extranjeros de cerca del 23%", afirma Casasus.
Para la consejero federal socialista Micheline Calmy-Rey, la exclusión no es una vía válida en un país que tiene una necesidad vital de mano de obra extranjera.
"Los xenófobos no comprenden los intereses de Suiza, y no saben amarla", afirmó Calmy-Rey en un mitín de campaña de su partido, que cuenta con un 20% de intenciones de voto./AFP