Enrique Peña Nieto | El Nuevo Siglo
Martes, 12 de Enero de 2016

La captura el viernes pasado del capo del narcotráfico mexicano Joaquín "El Chapo" Guzmán, quien se había fugado meses atrás de un penal de máxima seguridad, sin duda alguna constituye un alivio para el presidente Enrique Peña Nieto, a quien la huida del señalado máximo cabecilla de los carteles de la droga en su país, le había generado una crisis política de hondas proporciones.

El mandatario se había puesto como objetivo primordial de su gobierno la recaptura del jefe del cartel de Sinaloa y, según la prensa mexicana, semanalmente pedía informes sobre cómo avanzaban los operativos.

De allí que su mensaje a los mexicanos, afirmando tajantemente “misión cumplida: lo tenemos. Quiero informar a los mexicanos que Joaquín Guzmán Loera ha sido detenido", se constituyó en el fin de una odisea que lo tuvo varios meses en medio de la crítica e incertidumbre política.

Peña Nieto, desde el mismo momento en que llegó al poder, había anunciado que tendría mano dura contra el narcotráfico, desatando una guerra sin cuartel contra estas organizaciones criminales que tienen cooptado el poder en muchos estados y que respondieron con una ofensiva contra las autoridades, las autoridades civiles y hasta el periodismo, que cobró muchas vidas de inocentes.