Enfrentarla violencia en las escuelas y colegios requiere más educación y menos represión.
Así lo advirtió el Defensor del Pueblo, Jorge Armando Otálora Gómez, al iniciar su participación en la XI Asamblea General de la Red de Instituciones Nacionales de Derechos Humanos del Continente Americano, que se realiza en Puerto Ordaz (Venezuela).
“La implementación de medidas que eviten la penalización de menores, a favor de recursos menos represivos y más educativos, resulta ser lo más deseable y eficaz a la hora de prevenir la violencia escolar, más conocida como bullying”, aseguró el Defensor en su ponencia para el seminario internacional “La Escuela: un espacio para la paz y el buen trato”.
Recordó que la Convención sobre los Derechos del Niño y las Reglas de Beijing indican que los menores deben ser sometidos a un régimen penal especial que implique la menor afectación de sus derechos fundamentales, conforme a unos lineamientos procesales acordes con el propósito de la protección especial.
Esto implica además de implementar procesos de formación en legislación, doctrina y jurisprudencia en derechos humanos, la necesidad de propiciar procesos de sensibilización que le permitan a los destinatarios adquirir la conciencia de su necesidad, tanto como las competencias que permitan la realización de su núcleo esencial de sus derechos.
A juicio del Defensor del Pueblo, “la violencia entre pares es un atentado contra la dignidad de las personas que resultan ser víctimas de sus prácticas que no, por recurrentes y acaso naturales, pueden tomarse como normales e inevitables”.
Lo cierto es que la reivindicación de los derechos de las víctimas de estas conductas no debe darse solo a través del uso del poder punitivo del Estado. Es deseable trabajar en la prevención de la represión, y para lograr dicho objetivo se requiere el despliegue efectivo y oportuno de procesos de formación y sensibilización acerca de los derechos humanos.
Precisamente para que dichos procesos de formación y sensibilización sean efectivos, el Defensor invitó a sus pares a liderarlos, ya que son la razón misma de su existencia como instituciones garantes de los derechos humanos.