Por Álvaro E. Sánchez H. *
Especial para EL NUEVO SIGLO
En un país en el cual se calcula que quedan reservas de petróleo para no más de diez años y un planeta que calcula que éste insumo se acabará en poco más de cincuenta años, se hace indispensable pensar en fuentes alternativas de energía que garanticen la supervivencia hacia el futuro; sin embargo aún la humanidad no encuentra fuentes de energía que sean totalmente limpias y, por lo tanto, se debe conformar con tratar de reducir los índices de contaminación, manteniendo el desarrollo.
Existen tres grandes grupos de energías alternativas o nuevas, mal llamadas limpias: las que derivan de elementos no renovables, las que derivan de elementos renovables y las que derivan de elementos semiperennes. Veamos algunas de las ventajas y desventajas de dichas energías.
Fuentes no renovables
En este grupo se incluyen básicamente dos fuentes de energía, que son: el hidrógeno y el carbón. El primero como fuente de energía se obtiene mediante procesos de descomposición del agua, proceso irreversible salvo en laboratorio y con costos exorbitantes; esto hace extremadamente peligroso que se popularice dicho proceso dada la escasez de agua que se vaticina para el final de siglo y teniendo en cuenta que no se ha encontrado otra manera de producir industrialmente o en grandes cantidades el hidrógeno.
En cuanto al carbón, que ha venido siendo considerado como uno de los combustibles más contaminantes, se están desarrollando nuevos procesos de hidrogenación que manejan los gases en ciclo cerrado y podrían llegar a tener gran rentabilidad; el problema está en que la disminución de los gases producidos es muy baja en comparación con los producidos por los derivados del petróleo y también se agotará en un plazo relativamente corto.
Fuentes semiperennes
Podríamos identificar cuatro fuentes de energía en este grupo: el sol, la geotermia, los vientos y el mar. El sol, que debería ser la fuente de energía más limpia, cuenta con la gran desventaja de depender de paneles que se fabrican con elementos altamente contaminantes en el mediano plazo y que ya están generando problemas con su manejo y disposición final, máxime en un país donde el control pos-consumo es prácticamente nulo.
La geotermia es una fuente aún experimental, pero hay estudios serios de la Universidad de Monterrey que cuestionan la incidencia que la masificación de ésta pueda tener en los ciclos naturales, por lo tanto se requiere de una mayor investigación.
La energía eólica fue cuestionada inicialmente por el nivel de ruido producido lo cual hizo que en Europa se desplazara a mar adentro y sobre balsas, logrando muy altos niveles de eficiencia; sin embargo hoy se considera que éste tipo de energía es la causa de tener por lo menos cuatro especies de aves en peligro de extinción. El mar solo puede ser utilizado para producir energía mediante el aprovechamiento de las mareas, proceso mediante el cual necesariamente se manipulan las corrientes y sus velocidades afectando necesariamente la vida marina con consecuencias aún no predecibles.
Fuentes renovables
Básicamente estas energías están relacionadas con combustibles de origen vegetal o mejor llamados biocombustibles, entre ellos destacan el biodiesel o combustible a partir de aceites vegetales y el alcohol carburante, elaborado a partir de etanoles principalmente de caña, sorgo, remolacha y yuca; combustibles que rebajan notoriamente los efectos de producción de gases de efecto invernadero aunque aumentan la contaminación por químicos y por vinazas como sub-producto de los procesos de transformación y producción; en su defensa habría que decir que generan una gran cantidad de empleos en el sector agrícola que permiten mejoras sustanciales en el nivel de vida de las comunidades aledañas a los proyectos.
Aspectos generales
La energía es necesaria para poder mantener la vida dentro del modelo que hoy por hoy rige el planeta. Por lo tanto se debe descartar la posibilidad de eliminar su producción y/o consumo, tampoco es viable reducir los consumos pretendiendo aumentar la producción. Así, los esfuerzos se deben centrar en dos aspectos fundamentales: la minimización de las emisiones y de la contaminación asociadas a la generación, y la compensación de los efectos generados por la misma. Habríamos de considerar también cuales son los efectos directos y colaterales de cada una de las soluciones propuestas, sin descuidar los costos y la probabilidad de que estos encajen en los sistemas productivos; en ese orden de ideas, tendremos que analizar efectos en la salud, en los ecosistemas, en el nivel de vida, en la duración de las soluciones propuestas y, sobre todo, en la resilencia del planeta ante los efectos producidos por los procesos.
En cuanto hace al factor salud, es indudable que la energía eólica, la energía del mar y la energía geotérmica, muestran menores afectaciones directas sobre éste aspecto; en cambio la energía solar, la energía del carbón o la energía producida por los biocombustibles, tendrían indicadores contrarios a la salud humana; en cuanto a los ecosistemas podríamos decir que las menos perjudiciales son los efectos derivados de la energía solar y la energía geotérmica, siendo los más complejos los derivados de la energía eólica, la energía del carbón y la energía del mar; los mejores efectos sobre el nivel de vida, serían producidos por los biocombustibles y por el carbón, dada la generación de mano de obra en los sectores rurales; en cuanto a la duración, quizá no tenga discusión la ventaja de la energía solar y la desventaja manifiesta del carbón.
Conclusiones
En resumen, todas las fuentes de energía generan impactos y, por lo tanto, los esfuerzos deben ir dirigidos hacia la compensación de los mismos. Para ello deberá establecerse un mecanismo que calcule eficientemente la huella ambiental, constituida por la huella hídrica, la huella cultural, la huella de carbono, los inventarios de recursos no renovables y la huella biótica; generando así indicadores que permitan su compensación y recuperación para mantener el equilibrio de la línea base del país. Se debe también tener en cuenta que para el caso de Colombia, la ventaja comparativa se centra en la producción de biocombustibles, en la cual figuramos como el séptimo productor a nivel mundial, y en el carbón, en el cual somos el quinto país en reservas probadas en el mundo.
* Director Maestría en "Gestión y evaluación ambiental". Escuela de Ingenierías. Universidad Sergio Arboleda. alsanchez2006@yahoo.es @alvaro080255