Una nueva "pausa humanitaria" de diez horas decretada por Rusia, aliada del régimen sirio, entró en vigor el viernes por la mañana en la ciudad de Alepo, pero podría ser insuficiente para evacuar a heridos y civiles.
Una primera tregua unilateral de tres días en Alepo, instaurada por el ejército ruso y sirio, que preveía el cese de todos los disparos en la ciudad, expiró el 22 de octubre sin haber permitido la evacuación de los civiles ni de los heridos, ni tampoco la retirada de los combatientes de los barrios del este, en poder de los insurgentes.
Los ocho corredores humanitarios creados con ese objetivo permanecieron casi desiertos.
Respecto a la nueva tregua, anunciada el miércoles, Yaser Al Yusef, un jefe del grupo rebelde Nuredin Zinki, dijo que "carecía de valor".
"Rusia no ha respetado ninguna de las iniciativas emprendidas", dijo, y denunció una "instrumentalización política y mediática para aligerar las presiones internacionales ejercidas sobre Moscú".
"Este anuncio no tiene ningún valor y no nos concierne", añadió. "No confiamos en los rusos".
La ONU reaccionó al anuncio ruso afirmando que "las operaciones humanitarias no pueden quedar supeditadas a iniciativas políticas o militares".
El ministro de Relaciones Exteriores alemán, Frank-Walter Steinmeier, consideró que esta pausa está "lejos de ser suficiente".
Rusia no lleva a cabo ataques aéreos contra los barrios del este de Alepo desde el 18 de octubre.
El pasado 28 de octubre, los rebeldes lanzaron una ofensiva en las inmediaciones de la ciudad, por el lado oeste, para intentar romper el asedio impuesto por el régimen del presidente Bashar al Asad a los barrios del este.
Más de 250.000 personas viven en estos barrios, privados de ayuda humanitaria desde julio y amenazados de escasez de alimentos, según la ONU.