El ritmo sosegado del Gobierno | El Nuevo Siglo
Miércoles, 28 de Septiembre de 2011

Pareciera  estar entrándose en una nueva etapa gubernamental. La primera, como se sabe, estuvo signada por los rifirrafes con la administración previa y la autonomía que pretendía el presidente Santos. Todo ello, entre otras, a causa del viraje intempestivo en las relaciones con Venezuela y Ecuador, la declaración de conflicto armado interno en vez de agresión terrorista y los señalamientos de corrupción del gobierno antecesor. Fue lo que en su momento copó la política, pero hoy eso ya no despierta mayor interés, al punto de que el mismo ex presidente Uribe ha bajado notoriamente el uso del twitter. Existe, pues, una especie de vacío, de cuando en vez tomado el escenario por pequeñas pugnas intergubernamentales como la del Presidente y Vicepresidente. Nada que no se pueda remediar o tenga perspectivas de alcance.

Al bajar, por ejemplo, el espectro de ministros como Germán Vargas Lleras, que en su momento irrumpió con una abigarrada agenda ya tramitada, la capacidad de respuesta del Gobierno se ha visto poco a poco debilitada. El tema central durante esta legislatura, que es la reforma a la justicia, arrancó con un ímpetu que también ha perdido fuerza. A la vez se impulsa un proyecto de ley de origen parlamentario para establecer las bases de un eventual proceso de paz con los llamados victimarios. Pero éste se observa bastante lejano, bien porque no hay informaciones al respecto, bien porque en realidad nada existe más allá de la retórica. La seguridad, seguramente por el trámite electoral, sigue siendo un talón de Aquiles, por lo pronto en departamentos muy específicos. En todo caso, hay la sensación de instaurarse otra vez la guerra prolongada, el escenario de peor condición para una Colombia que por esa vía mantiene el arcaísmo de un problema irresoluto a perpetuidad. La ley de educación perdió vigencia donde simplemente el pedido es la entrega de recursos sin cambios relevantes. Aún está pendiente, de otra parte, el reordenamiento del sistema de salud.

Frente a lo anterior, el Presidente refresca el gabinete, con un desempeño en las encuestas superlativo de su parte. La satisfacción de los colombianos es palmaria y pocos, tal vez ninguno, ha logrado semejante nivel de respaldo, no solamente en los sondeos, sino por todas las facciones que precisamente tratan de aglutinarse alrededor suyo en busca de ser preponderantes. Seguramente se deberá a haber sacado al país de la polarización, ponerle nuevas miras e intentar un liderazgo sereno, afincado en las relaciones internacionales una vez tranquilizado el ambiente interno a través de la Unidad Nacional. Y sobre todo por la marcha económica, con un crecimiento más o menos aceptable del cinco por ciento, que tiene complacida a la gran mayoría y es sabido que cuando ello pasa, y el bolsillo no sufre altibajos críticos, hay lumbre positivo. El hecho es ese: para la segunda etapa la economía será el factor central. Cualquier variable negativa incidirá en la política, como suele suceder de axioma en los tiempos actuales. De lo contrario se mantendrá el ritmo sosegado y unitario.