El papa Francisco recibirá por primera vez en el Vaticano al nuevo presidente de Argentina, Mauricio Macri, un encuentro que marca el inicio de una nueva etapa en la relación entre los dos Estados y ambos líderes argentinos.
Macri mantendrá así su primera reunión como presidente con el papa argentino, aunque se conocen desde cuando el actual mandatario era alcalde de Buenos Aires (2007-2015) y el pontífice ejercía como obispo en la capital y era conocido por su nombre, Jorge Mario Bergoglio.
El encuentro, que tiene un carácter oficial, ha sido confirmado hasta ahora, pese a que el jueves Francisco tuvo que anular todas las audiencias debido a que tenía un poco de fiebre.
Francisco recibirá a Macri hacia las 09H30 locales (08H30 GMT) en su biblioteca privada, en el tercer piso del palacio apostólico, para un encuentro a puerta cerrada.
Sucesivamente recibirá a la delegación que lo acompaña de la que forman parte entre otros la esposa del presidente, Juliana Awada, y la canciller, Susana Malcorra.
Al término del encuentro, el mandatario argentino será recibido por el secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin, todo según el tradicional protocolo vaticano.
La reunión deberá servir para aclarar las especulaciones de una supuesta distancia entre Macri y el papa, a quien en su país identifican como cercano a la corriente centroizquierdista del movimiento peronista que lideraron los expresidentes Néstor y Cristina Kirchner (2003-2015).
Desde que se convirtió en papa en marzo de 2013, Francisco sostuvo al menos cinco reuniones con la exmandataria Kirchner, con quien estableció una relación personal e informal.
- Una nueva etapa -
"El objetivo ahora es desarrollar al máximo toda la potencialidad de la relación entre los dos Estados", explicó a la AFP el nuevo embajador de Argentina ante la Santa Sede, Rogelio Pfirter, quien presentó la semana pasada cartas credenciales.
El diplomático consideró "fundamental que la Santa Sede y la Argentina se sientan cómodas en esta relación". "Y hacia eso vamos a trabajar", adelantó.
"Creo que dará inicio a una etapa de profundización de las relaciones, en el marco de gran respeto hacia la Santa Sede y un desarrollo potencial de esos vínculos, y también por supuesto, de reconocimiento de la enorme trascendencia que tiene la figura del Santo Padre en el campo de las cuestiones internacionales", añadió Pfirter.
Macri, que viaja a bordo de un vuelo de Alitalia, nombró como embajador a Pfirter, un diplomático de carrera de 67 años con más de 40 años de experiencia, quien fue alumno del papa, cuando todavía no se había ordenado como sacerdote y ejercía como profesor.
Se trata pues de una figura clave para manejar la relación con el jefe de la Iglesia, quien en sus casi tres años de pontificado no ha visitado su país natal y es probable que lo haga sólo en el 2017.
El nuevo presidente argentino, que pasará sólo una noche en Roma ya que regresará el domingo 28, tiene programado también un encuentro el sábado con el jefe de gobierno Matteo Renzi y deberá almorzar con el presidente de la República, Sergio Mattarella, en la sede de la presidencia, el Palacio del Quirinale.
Macri, que estuvo en la ceremonia de entronización de Francisco en marzo del 2013, volvió al Vaticano el 19 de septiembre del 2013, tal como lo hicieron numerosos políticos argentinos en el curso del primer año de papado.
Se esperaba que fuera recibido por el papa luego de su viaje a mediados de enero para participar el foro económico de Davos, en Suiza, lo que no ocurrió, generando rumores sobre eventuales tensiones entre los dos líderes.
Entre los temas delicados que probablemente abordarán ambos líderes argentinos figura el de la líder Milagro Sala, encarcelada en Argentina en un polémico caso judicial y cuyo trabajo social el papa valora, por lo que le envió un rosario bendecido.
Sala (51 años) fue acusada primero de "tumulto callejero" por organizar una protesta en una plaza de Jujuy (norte), aunque luego quedó imputada por la alianza gobernante Cambiemos de narcotráfico y fraude económico.
Francisco, quien desde su llegada al papado prioriza la doctrina social de la Iglesia, probablemente reiterará su pedido de una política que combata sobre todo la pobreza y la desigualdad.