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POR SEGUNDA vez en los últimos días la prestigiosa revista inglesa The Economist advirtió sobre cómo la impopularidad del presidente Santos puede ser un flanco débil del proceso de paz.
El artículo titulado “El pacifista es impopular”, comienza por señalar que el mandatario colombiano “podría ser candidato al Premio Nobel de la Paz”, pero pocos días después de firmar el acuerdo de cese el fuego con las Farc, que se supone termina efectivamente la guerra con esa agrupación subversiva, “está ansioso de hablar sobre sus credenciales militares”.
Tras hacer alusión al pasado militar de Santos en la Armada y los operativos que como Ministro de Defensa y Jefe de Estado ordenó contra los máximos jefes guerrilleros, abatiendo a varios de ellos, el articulista advierte como Santos constantemente se refiere a los golpes que le ha dado a la subversión.
De acuerdo con la nota, la razón para “hablar duro es que muchos colombianos son escépticos” sobre el pacto que él firmó con las Farc, en La Habana, el pasado 23 de junio, cuando se anunció la mecánica del cese el fuego bilateral y definitivo, así como el cronograma del desarme subversivo.
Recuerda el artículo que la guerrilla ha masacrado, secuestrado, se involucró en el narcotráfico y cometió gran cantidad de delitos. Aunque en el acuerdo judicial se contempla que los integrantes de la guerrilla que confiesen estarán sujetos a ocho años de “restricción de la libertad” (sin cárcel) y servicio comunitario, la nota advierte que muchos colombianos consideran que “ese no es un castigo suficiente”. Incluso trae a colación que el expresidente Uribe, principal líder opositor, acusa a Santos de “herir” el concepto de paz.
En otro de los apartes, el artículo afirma que “el ambiente popular cuenta” en referencia a que el acuerdo final con las Farc debe someterse a plebiscito. Sobre este aspecto indica que las encuestas sugieren que el “sí” ganará pero el margen de victoria es tan delgado “que Santos tendrá dificultades en poner en práctica las políticas para implementar el acuerdo”.
Se afirma, a renglón seguido, que el Gobierno, por efecto del acuerdo con la guerrilla, tiene que asumir costosos programas de desarrollo rural en momentos en que el bajo precio del petróleo y el débil crecimiento económico han reducido las disponibilidades de recursos oficiales.
“Santos, cuyos índices de aprobación después de cuatro años de negociaciones diarias con las Farc, está en un 21 por ciento, tendrá que recortar la impopularidad futura cuando suba los impuestos”, sostiene el articulista en relación a la proyectada reforma tributaria estructural que el Gobierno tiene que presentar.
The Economist señala que es vital para Santos “persuadir a los colombianos de que la paz es solo una”.
Sobre este asunto se afirma que “tiene un caso fuerte” en alusión a que se pactó la mecánica de desmovilización y concentración subversiva así como a que las Farc aceptaron el mecanismo de plebiscito para someter el acuerdo final a refrendación popular. “Al asentir la ratificación (popular del acuerdo) por un plebiscito en lugar de una constituyente, para reescribir la Constitución, las Farc han reconocido la legitimidad de la democracia colombiana y las instituciones”, sostiene la nota periodística.
-Debilidades presidenciales-
En otro aparte del artículo se hace referencia a que Santos insiste en que “no habrá impunidad” y que “el pacto de paz marcará por primera vez en el mundo que los máximos comandantes de las guerrillas acuerden ser investigados y castigados”.
Sin embargo, se advierte que “Santos no es un vendedor nato”. Si bien se trae a colación que proviene de una familia periodística, para el articulista el hoy Jefe de Estado “no es comunicador hábil”.
Incluso detalla que no es una persona telegénica ni elocuente en público y que “parece estar más confortable entre banqueros que entre campesinos. Muchas veces trastabilla explicando cómo la paz transformará la vida de los colombianos”.
A ello se suma, según el artículo, que el “problema se agudiza” por su reputación de cambiarse de bando frecuentemente. Señala que aunque Santos define su propia posición política como de “extremo centro”, hizo parte como ministro tanto de gobiernos conservadores como liberales. También describe que así como en 2010 hizo campaña presidencial como “un duro en seguridad”, después enfureció a muchos de sus votantes por abrir conversaciones con las Farc.
Al describir otras características del Primer Mandatario, The Economist indica que se trata de un “pensador estratégico” que actúa con cabeza fría a la hora de las crisis en el proceso de paz, como cuando las Farc secuestraron al general Alzate en el Chocó.
-Oposición urbana-
Otro de los elementos que el artículo de la revista inglesa resalta es cómo el acuerdo del 23 de junio pasado, si bien se firmó en Cuba, fue transmitido en Colombia incluso en pantallas grandes en sitios públicos, como si “fuera un partido del mundial de fútbol”.
Sin embargo, advierte la nota periodística, que “es en las ciudades en donde la hostilidad al pacto de paz es más fuerte. La mayoría de Colombia es urbana y allí admiran a Uribe que replegó a las Farc en las montañas remotas y las áreas selváticas”.
Sobre este aspecto, se dice que Santos afirma que los habitantes de las ciudades “ya no sienten la guerra”, pero que es diferente en las zonas de conflicto, en donde “la gente es entusiasta de la paz”.
Por último, se hace referencia al enfrentamiento entre Uribe y Santos alrededor del proceso de paz y las campañas por el Sí y el No en el plebiscito. Todo ello para concluir que “la batalla entre los dos será una de las más arduas que cualquier presidente pacifista ha combatido”.