El “ofensor” del pueblo. En una contundente declaración dejada ante el Senado en sala plena, el valiente congresista Camilo Romero le hizo una verdadera profilaxis a la que llamó politiquería que el Defensor del Pueblo, Armando Otálora, viene implementando desde su despacho a fin de agradecerle a los parlamentarios que votaron por su elección para un primer período de cuatro años.
Más papista que Bergoglio. El Defensor del Pueblo ha resultado sermás papista que el papa, para utilizar el lenguaje vaticano. Por cuenta de su entronización en esa entidad, ha resuelto quitarse la soga con la que quieren ahorcarlo sus electores, los mismísimos padres y madres de la patria.
Muy acosado. Ahora resulta que como se siente acosado por la demanda de puestos para aquellos congresales a los que les prometió obediencia suma en materia burocrática, se inventó una entrevista-concurso para los defensores públicos, únicos que deberían llamarse defensores del pueblo.
Los más amenazados. Sin embargo, ha salido con el cuento, según el cual, hará una entrevista-examen a los defensores públicos que él no haya nombrado. Este recurso ha generado mucha molestia porque es como si los amenazados no tuvieran derecho a la igualdad que predica la Carta y que, se supone, debería respetar el señor Otálora. Todo evidencia que la suya es una extraña y punible perspectiva de la igualdad. Para algunos juristas, Otálora es la medida de todas las cosas justas sobre la faz de la tierra.
¿Y eso por qué? Aseguran los que lo conocen como la palma de su mano que para poder quitarse de encima el cabezal de sus electores, ha resuelto poner a los defensores a buscar avales para bajar la presión que le hacen los del Capitolio Nacional. Supuestamente, es una suerte de juego en el que todos ganan.
Gana don Otálora porque corteja a sus electores. Ganan los defensores públicos porque aprueban la misteriosa y oscura entrevista-examen, y ganan los del Capitolio porque no cortan las cabezas de sus protegidos.
Pero, del mismo modo, todos pierden. Los que no tienen avales de sus mentores políticos, perderán sin remedio el examen-entrevista que nadie sabe quién ni cómo se controla.
Giro Copérnico. Se ve venir la tragedia para la maltratada Defensoría del Pueblo. El asunto es que durante años y décadas la entidad defensorial ha gastado miles de millones de pesos en capacitaciones y desplazamientos (como lo mencionó el senador Romero) para formar defensores públicos acordes con las necesidades del complejo Sistema Penal Acusatorio.
A la basura. Para los más suspicaces, todo indica que buena parte de esa inversión se irá al pote de la basura por cuenta de las entrevistas selectivas diseñadas con cierto propósito, que tanto agobian al doctor Otálora.
Señora contralora general Sandra Morelli: ¿Y ahora, del Defensor, quién podrá defendernos?
Se trata de un giro copernicano en la gestión de la Defensoría. Un gran cambio en la entidad estatal para que todo siga igual.