Por: Pablo Uribe Ruan

A ciencia cierta no se sabe de dónde salen los escarabajos. Unos dicen que nacen y crecen en Boyacá y Cundinamarca. Otros dicen que surgen de las  montañas que cobijan la parte suroriental de Antioquia. Lo que sí se sabe es que son colombianos, que cabalgan en sus bicicletas las montañas europeas y que alguna vez uno de ellos vistió una camisa blanca de puntos rojos y ahora otro viste una color rosa.

Yo no vi a los escarabajos, tampoco los viví. Alguien me dijo que verlos era tan emocionante como un partido de la selección de fútbol en los 90. Yo no le creí. Pues los ciclistas que había visto no me llenaban de emociones, sino de aburrimiento. Sin embargo, todo cambió con esta nueva generación de ciclistas colombianos.

A tan sólo dos etapas de la culminación del “Giro de Italia”, Nairo, Urán -1 y 2 en la general-  Arredondo, Henao y Duarte, le devolvieron al país lo que quería: ciclismo del bueno, del ganador. Y así, durante todo lo corrido de este Giro han mostrado el renacer de los escarabajos -que tanta falta nos hacía-, y una fiel demostración de que en el deporte se necesita trabajo y disciplina, pero ante todo, humildad.

Qué emoción la que genera cada escalada de los colombianos en el Giro. Ahora sí entiendo. Pero aún falta lo más duro: las etapas 19, 20 y 21, que son de montaña. La disyuntiva de los escarabajos está entre atacar o defenderse, no es una sorpresa que la especialidad de ellos sea la montaña, pero por más de que así sea no es fácil atacar con 18 etapas encima.

Con ataque o con defensa todos esperamos que Nairo o Urán vistan la “maglia rosa” en Trieste el domingo. ¡Porque volvieron los escarabajos!