‘Dentro de lo normal’. Así marcha el proceso de liberación del general Rubén Darío Alzate, secuestrado hace diez días en el corregimiento de Las Mercedes, en el Chocó, por las Farc.
Como en todos estos procesos con la guerrilla es ‘normal’ que las Farc siempre denuncien que la devolución del cautivo o los cautivos se dificulta por los operativos militares en la zona donde se presume están los plagiados.
También es ‘normal’ que en esta clase de procesos la guerrilla aproveche la expectativa nacional por la liberación para ganar escenario político y lanzar cuanta proclama pueda, a sabiendas de que tanto a nivel nacional como internacional tiene la suficiente vitrina mediática para ello.
Igualmente es ‘normal’, como ha ocurrido en casi todos los procesos de liberación de secuestrados a manos de las Farc, que esa facción insurgente ponga condiciones de última hora para devolver a los plagiados y que acusen a las Fuerzas Militares de estar boicoteando todo el proceso con un presunto ánimo guerrerista y enemigo de la paz.
E incluso se puede considerar ‘normal’ que paralelo a los procesos de liberación, la guerrilla realice ataques militares como el que perpetró en Gorgona el fin de semana pasado, ya que por esa vía tratan de demostrar fuerza militar y capacidad de desestabilización.
Es más, la presencia del máximo comandante de las Farc, alias Timochenko, en torno a que aun produciéndose la liberación de los secuestrados la reinstalación de la mesa no se daría de manera automática, sino que sería necesario algún tipo de análisis para restablecer la “confianza” entre las partes, es una maniobra ‘normal’, muchas veces vista en la cúpula subversiva, pero ahora tiene más que eco por el hecho mismo de que estamos en medio de un proceso de paz.
También se puede tachar de ‘normal’ el hecho de que tanto el Ministerio de Defensa como la cúpula militar en la zona no desistan de la posibilidad de un rescate militar, pues es claro que todo proceso de liberación de uniformados implica ya de por sí un golpe a la moral combatiente de la fuerza pública.
Visto todo lo anterior no se puede, entonces, caer en posturas fatalistas en torno a que hay una crisis en el proceso de liberación del General. Todo lo contrario, éste avanza dentro de los cánones ‘normales’ de toda esta clase de situaciones y la prueba de ello es el propio pronunciamiento de la guerrilla ayer afirmando que esperaban que el fin de semana el General ya estuviera con sus familiares.
Es más, la liberación tranquila ayer de los dos soldados en Arauca, sin ningún tipo de show mediático ni plataforma panfletaria por parte de la guerrilla, pone de presente que es muy posible que el alto oficial sea devuelto en pocos días y que las Farc ahora se enfocan no en cobrar militarmente el inédito plagio de un General, pues no ha hablado directa y expresamente de condicionarlo a un canje de prisioneros ni a la excarcelación de determinados guerrilleros, sino que tratará de sacarle rédito por la vía política, es decir, en La Habana. Las Farc, hablando en términos sencillos, van a tratar de pasarle factura de cobro al Gobierno por haber suspendido la negociación y es posible que a cambio de sentarse de nuevo, traten de imponer algunas de sus condiciones, en especial la referida a algún mecanismo de cese de hostilidades, desescalamiento del conflicto o la propia situación de los guerrilleros presos.
No es casualidad que precisamente en estos días en alguna parte, en la cárcel La Picota de Bogotá, guerrilleros de las Farc estén adelantando un movimiento de protesta alegando que se les violan los derechos humanos y no se les da el tratamiento de “dobles prisioneros políticos”.
¿Qué podrá hacer el Gobierno a cambio de que las Farc se sienten de nuevo a la mesa? Esa es la gran pregunta que queda en el ambiente. Es claro, como lo dijo el presidente Santos, que una vez se produzca la devolución del general Alzate, el suboficial y la abogada Urrego, la delegación gubernamental encabezada por el exvicepresidente Humberto de la Calle será enviada a Cuba. Pero también es claro que las Farc no van a estar esperando en la mesa de negociaciones, sino que van a estar por fuera de ella, tratando de sacar algún rédito político para sentarse de nuevo.
En cuanto a la suerte del general Alzate, trascendió que una vez sea liberado, tendrá algunos días de descanso y luego deberá rendir descargos ante el Gobierno, el Ministerio de Defensa y el propio Congreso. En altas fuentes castrenses se especula, por demás, que es muy difícil que su carrera militar avance más del grado en el que hoy se encuentra y no se descarta que sea llamado a calificar servicios en el remezón militar que debe producirse a comienzos del próximo año. Se tratará de un proceso interno, que no será automático ni rápido, y que tratará de hacerse de la manera más tranquila posible, porque si algo no va a hacer el Ejército en los momentos posteriores a la liberación del alto oficial es, precisamente, sacarlo de la línea de mando, pues ese sería un doble triunfo para la guerrilla.