El Estado Islámico, una estrategia explosiva | El Nuevo Siglo
Domingo, 17 de Enero de 2016

Estambul, Jakarta y Bagdad fueron algunos de las ciudades atacadas por sus integrantes en tan solo una semana, demostrando que la agrupación está impulsando el terror urbano de manera exponencial.

 

Redacción Internacional con AFP

EN las últimas semanas el Estados Islámico (EI) ha intensificado su escalada terrorista en Europa, Medio Orienta y Asia. Incentivado el terror y el miedo, el EI mantiene sus fuerzas en Iraq y Siria, y en partes de Libia, pero combina la batalla en terreno con el crudo terrorismo, cada vez más frecuente, como quedó demostrado los últimos días en Yakarta o Estambul.

Contando con ejércitos yihadistas que cometen atentados en su nombre, el EI se nutre de grupos radicales que gestionan los atentados a nivel local y someten a sus pueblos bajo la égida de las bombas. Inesperadas y letales, aquellas se han convertido en la principal arma contra todo aquel que, bajo su violento racionamiento, se convierte en su objetivo.

Turquía: de amigo a enemigo

El lunes, en horas de la tarde, Estambul fue nuevamente víctima del terrorista yihadista. En el momento en que un grupo significativo de turistas acudían al popular barrio Sultanahmet, conocido por su mezquita azul, un hombre explotó un artefacto generando la muerte de 11 personas, entre ellas 10 ciudadanos alemanes y un peruano.

Este atentado, que generó la inmediata reacción de Alemania, significa una nueva etapa en las relaciones ambiguas entre Turquía y el EI, que podría hacer del país del presidente Recep Tayyip Erdogan uno de sus principales objetivos.

Tras haber infructuosamente intentado una mediación, Turquía se comprometió en 2012 con los rebeldes radicales sirios para provocar rápidamente la caída del presidente sirio Bashar al Asad, personaje nefasto para Erdogan.

Con apoyo financiero, facilidades para cruzar la frontera, suministro de armas, los aliados de Turquía denunciaron rápidamente su tolerancia con los yihadistas, entre ellos el EI. El gobierno siempre desmintió de manera categórica tales acusaciones. Estas relaciones equívocas saltaron a la luz cuando la batalla de Kobane (norte de Siria), a fines de 2014. 

Pese a las críticas y las presiones, el ejército turco rechazó ayudar a los combatientes kurdos que defendían la ciudad frente a los yihadistas. Erdogan respondió afirmó que "la partida del actual régimen sirio" seguía siendo su "prioridad" y que su intervención en ese caso podría reforzar al régimen sirio.

En agosto pasado, Turquía se unió a la coalición internacional antiyihadista dirigida por Estados Unidos, ganándose por primera vez las amenazas del grupo Estado islámico. Ante la insistencia de los europeos, reforzó los controles en sus fronteras para detener el flujo por su territorio de extranjeros reclutados por Dáesh (acrónimo árabe del EI).

Y luego del atentado de Ankara, que provocó la muerte de 103 partidarios de la causa kurda frente a la estación férrea de Ankara el 10 de octubre, atribuido al EI,  las autoridades turcas aumentaron aún más las redadas en los medios yihadistas, acusados de haberlo fraguado.

Más de 3.300 presuntos miembros del EI fueron detenidos en dos años, según el gobierno. El martes, Erdogan presumió del título de adversario número 1 de los yihadistas. "¿Existe otro país que luche de manera más determinada que el nuestro contra la organización terrorista Dáesh?", afirmó.

En ese ambiente, el atentado de Estambul significa un cambio de orientación en la estrategia del EI.  Sus acciones en Turquía, concentradas hasta entonces contra objetivos kurdos, atacaron por primera vez el turismo, un sector clave para le economía turca, y por lo tanto al Estado turco y a sus dirigentes.

"La hostilidad entre ambos protagonistas es ahora mucho más intensa", considera Aymenn Tamimi, experto del Middle East Forum. "Se dice con frecuencia que Turquía considera a los kurdos como la más grande amenaza que tiene, pero es falso decir que no ha tomado ninguna medida contra el EI", agregó.

EI aprovecha su fama

El grupo Estado Islámico (EI), que sufrió recientemente derrotas en Siria e Irak, aprovecha de su fama para convencer a otras organizaciones yihadistas o a individuos aislados para matar en su nombre, según expertos. 

En la mayoría de estos casos, los autores de ataques no mantuvieron ningún contacto directo con el Estado Mayor del "califato", proclamado por el EI en Siria e Irak, que se limita a reivindicar los atentados 'a posteriori', consiguiendo así una expansión y una importante presencia internacional sin mucho esfuerzo. 

"Desde el principio, el EI había proclamado su intención de ser un movimiento yihadista global", explicó Michael Kugelman, del instituto de investigación Woodrow Wilson Center de Washington. "Hasta hace poco se concentraba en la gestión del califato (...), pero como empezó a perder terreno, adoptó un enfoque más global", añadió.

"La gran cuestión, tras los atentados de Yakarta (reivindicados por el EI el jueves) y otros perpetrados en el mundo durante los últimos meses, es: ¿esos militantes fueron enviados directamente por el EI o sólo fueron inspirados por el grupo?", se preguntó. 

Como todos los expertos interrogados, Kugelman considera que, en la mayoría de los casos, el EI se limita a reivindicar las acciones cometidas por individuos o grupos a los que inspira. "Llegados a este punto (...), creo que la mayoría son militantes descontentos, que combatían en otra organización y que fueron atraídos por una causa que consideran más dinámica", sostiene. 

En Afganistán y en Pakistán, por ejemplo, varios grupos afiliados al EI aparecieron de repente en los últimos meses reivindicando ataques.  "Se trata de grupos disidentes que adoptan así una nueva identidad", explicó el experto paquistaní Hasan Askari, especialista en los movimientos radicales. "La ideología extremista del EI, el salafismo integrista, ya estaba presente en Pakistán. Quienes se unen a ellos, en busca de una nueva identidad, pueden no tener ningún vínculo directo con el Estado Mayor del EI", dijo. 

"Al contrario de Al Qaida, cuyos jefes estaban en Pakistán y en Afganistán, nada permite afirmar que jefes del EI viajaron a ambos países", agregó Askari. 

"Y en Indonesia", añadió Michael Kugelman, "no había ningún rastro de presencia formal del EI, antes de los ataques del jueves en Yakarta. Esto es nuevo. Esos grupos que integran el EI saben que, al enarbolar su bandera negra en internet, serán más aterradores, lograrán llamar más la atención, eso es lo que buscan", asegura. 

El EI que aceptó la afiliación de grupos de ocho países -Argelia, Nigeria, Libia, Egipto, Arabia Saudita, Yemen, Afganistán y Pakistán- y declaró que eran "provincias" de su califato, dirigió o inspiró atentados en al menos 17 países en 2015, provocando la muerte de un millar de personas, según el Institute for the Study of War. 

En África, la expansión más rápida tiene lugar en Libia, donde los grupos vinculados al EI aprovechan el vacío de poder y la anarquía imperante para reforzarse, codiciando los recursos petroleros. 

"Pero no hay que olvidar que el Sahel (oeste de África) es una región muy permeable, y es un gran motivo de preocupación para el continente", asegura Peter Pham, del centro de investigación Atlantic Council en Washington. "Y, respecto a Boko Haram en Nigeria, que es la 'provincia africana' del EI, aunque no hay rastros de contactos operativos, se percibe una verdadera sofisticación en sus tácticas de propaganda", concluye. 

Un ataque del grupo yihadista Estado Islámico (EI) contra un centro comercial en Bagdad, que incluyó una toma de rehenes, concluyó el pasado lunes, con un balance de 12 muertos. 

En un comunicado publicado en internet, la organización yihadista Estado Islámico afirmó que cuatro de sus miembros realizaron el ataque, en el que dice haber matado o herido a 90 personas. Este centro comercial ocupa un edificio de cuatro o cinco plantas ubicado en un barrio muy concurrido del este de la capital, cuya población es en su gran mayoría chiita.

Según una fuente del ministerio del Interior, un número indeterminado de hombres armados abrieron fuego en la calle tras la explosión de un coche bomba, y enfrentaron brevemente a las fuerzas de seguridad antes de penetrar en el centro comercial.

El grupo yihadista Estado Islámico (EI) reivindica regularmente los atentados en Bagdad contra civiles chiitas, comunidad -mayoritaria en Irak - a la que considera hereje. El EI controla vastos territorios en el país, al oeste y al norte de Bagdad, tras una fulgurante ofensiva lanzada en 2014.

Indonesia y Libia, otras víctimas

Los países del sureste asiático llevaban meses alertando sobre la posibilidad de atentados, al igual que los países occidentales que sospechan de las intenciones de sus ciudadanos que estuvieron en Siria o Irak. 

Las explosiones y los tiroteos que sembraron el caos en un barrio de la capital indonesia y mataron al menos a siete personas, incluidos cinco asaltantes, ponen fin a seis años de calma relativa, en los que las autoridades lograron debilitar a las redes islamistas locales más peligrosas. 

"Sabemos que el EI quiere proclamar una provincia en la región", explicó Kumar Ramakrishna, analista de la escuela de Estudios Internacionales S.Rajaratnam de Singapur. "La amenaza provocada por el regreso al sureste asiático de combatientes radicalizados en la región Irak/Siria es otro factor de preocupación, con la posibilidad de que emerjan lobos solitarios", concluyó. 

Cinco extremistas detonaron explosivos y abrieron fuego contra viandantes en un barrio céntrico de Yakarta que alberga centros comerciales, embajadas y oficinas de la ONU.  Según los analistas, los autores de los ataques apuntaban a objetivos desprotegidos para aterrorizar a la población civil. 

Las fuerzas de seguridad anunciaron recientemente haber desbaratado un atentado suicida planeado en Año Nuevo por un grupo con presuntos vínculos con el EI.  La policía detuvo entonces a cinco personas sospechosas de pertenecer a una red próxima al EI y a otras cuatro vinculadas con el grupo extremista Jemaah Islamiyah, autor de varios atentados en Indonesia.

Así mismo, el grupo EI reivindicó su primer ataque contra Paquistán, un asalto mortífero contra un consulado de ese país en el este de Afganistán, donde los yihadistas están implantados desde hace unos meses.  Históricamente, Pakistán ha sido el principal apoyo de los talibanes afganos, enemigos jurados del EI, en su insurrección contra el gobierno de Kabul y las tropas extranjeras de la OTAN.

El ataque tuvo lugar dos días después de una primera reunión cuatripartita organizada entre China, Estados Unidos, Pakistán y Afganistán en Islamabad, la capital paquistaní, para tratar de relanzar el proceso de paz entre el gobierno afgano y los rebeldes talibanes.

El ataque, que se produjo en Jalalabad, gran ciudad del este afgano cerca de Pakistán, comenzó con un atentado suicida y continuó con la toma de un inmueble adyacente al consulado paquistaní, en donde hombres armados se atrincheraron durante varias horas.

La organización yihadista aseguró que el ataque causó la "destrucción" del consulado y la muerte de "decenas" de empleados y agentes de inteligencia paquistaníes, a los que califica de "apóstatas".

Las autoridades paquistaníes tienen un miedo extremo a la amenaza del EI y niegan que la organización esté activa en su territorio, donde una multitud de grupos armados como Al Qaida y los talibanes paquistaníes ya están llevando a cabo su propia insurgencia.

Como se ve, el EI está pisando fuerte en países que en un principio parecían alejados de sus intereses. Esta vez,  oriente próximo fue la víctima junto a Turquía y Libia, repitiendo los atentados que hacen tan solo unos meses veíamos en Europa. Su guerra es global y busca desestabilizar cualquier gobierno que no se asemeje a sus ideales, propagando el miedo con bombas y adoctrinamiento a grupos yihadistas locales.