El Eln, entre disyuntivas y sinsalidas | El Nuevo Siglo
Martes, 8 de Noviembre de 2011

En la década de los noventa no pocos de los “planes de guerra” que se analizaban en la cúpula de la Fuerza Pública partían de la base de que en materia de neutralización de la guerrilla no necesariamente se tenían que aplicar las mismas metodologías a las Farc y el Eln.

Es más, en varios de estos documentos que servían de hoja de ruta para la estrategia y táctica operacionales se indicaba que una de las mejores opciones a la hora de enfrentar a la subversión era aplicar un tratamiento diferencial a cada facción insurgente.

“… Aunque públicamente no trascendían estos análisis, no pocos en la cúpula castrense eran partidarios de reforzar preferencialmente todo el combate al Eln, que se consideraba no sólo una guerrilla más pequeña que las Farc, sino con un perfil menos ideologizado que éstas… Muchas veces se discutió sobre la posibilidad de enfocarnos en el debilitamiento militar del Eln, sobre todo en los frentes de guerra de Arauca-Santanderes y los antioqueños, que eran los más beligerantes… La idea era golpear lo más fuerte posible al Eln para que esa situación sirviera de espejo a las Farc, y éstas aceptaran abocar procesos de diálogo y negociación de la paz… El mismo Eln siempre se sentía disminuido en la llamada ‘Coordinadora Nacional Guerrillera’ y sabíamos que militarmente eran más débiles que las Farc”, precisó un alto militar de la época, que habló a condición de no revelar su identidad.

Mucho tiempo ha pasado desde entonces. El Eln no entró en el proceso de paz del Caguán entre las Farc y el gobierno Pastrana. Se inclinó más por abrir puertas de interlocución con la llamada sociedad civil antes que con el propio Ejecutivo… Incluso en el gobierno Uribe se recuerda que éste asintió que varios de los comandantes elenos se refugiaran en Venezuela para tratar de mantener allí una ventana de posible negociación.

Luego vendría el rompimiento entre Bogotá y Caracas, y todas las puertas de posible diálogo con el Eln se cerraron definitivamente, y en más de una ocasión Colombia denunció que pese a esto el gobierno Chávez seguía acogiendo y protegiendo a buena parte de la cúpula de esa facción insurgente, especialmente los alias Gabino, Antonio García, Pablo Beltrán y Ramiro Vargas, es decir prácticamente todos los integrantes del llamado “Comando Central” (Coce).

Retroceso

Paradójicamente, entre las Farc y el Eln, quienes más resultaron afectados por toda la estrategia de la Política de Seguridad Democrática terminaron siendo los primeros más que los segundos.

La razón parece clara: mientras las Farc hicieron un repliegue estratégico a zonas de retaguardia selváticas y de alta montaña, pero siempre tratando de conservar un nivel mínimo de ataques militares y terroristas, el Eln se ‘enconchó’ más, rehuyendo en lo posible el combate frontal con las tropas y por ello perdió mucha presencia en zonas que antes sus frentes dominaban. Por ejemplo, las Fuerzas de Tarea militar que el Gobierno activó en todo el anillo vial antioqueño o en los Santanderes le quitaron a esta facción subversiva margen de acción para bloquear carreteras y realizar ‘paros armados’ de largo aliento.

Además, resultaría ingenuo negar que los cruentos pulsos territoriales entre la guerrilla y los grupos paramilitares afectaron más al Eln que a las propias Farc.

A ello se suma que en regiones como Arauca y los Santanderes ambas guerrillas terminaron enfrentándose y en no pocas ocasiones se habló de un proceso casi obligado de ‘absorción’ de las Farc sobre frentes y cuadrillas del Eln.

Lo cierto es que hoy por hoy se considera en los “planes de guerra” de las Fuerzas Militares que esta guerrilla de inspiración castrista no tendría arriba de 3.000 hombres-arma. Igual se habla de fuertes divisiones entre algunos de sus principales “frentes de guerra” y de inconformismo y desmoralización entre los subversivos de base y mandos medios por el efecto de una cúpula ausente y en el exterior, mientras que en el país las cuadrillas más activas no sólo tienen que operar para desterrar la idea de que el Eln está en proceso de extinción, sino que además tienen que recoger recursos ilícitos –producto del secuestro y el narcotráfico- para ‘sostener’ a otras facciones que están asfixiadas por la Fuerza Pública.

Actualmente no hay mayor claridad sobre el verdadero estado del Eln. En el primer semestre se desmovilizaron 133 de sus guerrilleros, 139 fueron capturados y 10 abatidos. Cifras muy dicientes sobre su bajo perfil militar si se comparan con las Farc que en el mismo periodo tuvo 818 reinsertados, 943 detenidos y 200 dados de baja.

En julio pasado le fue incautada a dos guerrilleros en Cúcuta importante información sobre esta guerrilla. Sin embargo, lo que más llamó la atención tiene que ver con una foto en donde aparecen los cuatro integrantes del Coce antes mencionados. Se presume que se trató de una reunión en la frontera con Venezuela pero no se tiene certeza sobre la fecha. Lo que sí es palpable es que los años no han pasado en vano y los mandos elenos ya están aviejados y canosos.

Interrogantes

Frente a lo que le ha venido ocurriendo a las Farc, cuyos cabecillas históricos vienen cayendo uno tras otro desde 2008, siendo el último nadie menos que su máximo jefe alias Alfonso Cano, el viernes pasado en Cauca, en el Eln deben estar analizando cuál será su futuro.

¿Se inclinarán por buscar un diálogo de paz con el Gobierno para que no le pase a su cúpula lo que a la de las Farc? ¿Insistirán mejor en revivir la ‘coordinadora guerrillera’ para unificar fuerzas insurgentes y responder mejor a la ofensiva estatal? ¿El Coce seguirá en el exterior a pesar del efecto desmoralizador que esto tiene sobre los mandos medios e insurgentes de base? ¿Se mantendrá la orden a sus frentes de guerra para mantener el repliegue estratégico lo más posible y evitar lo más posible el combate directo con las tropas? ¿Desactivado parte del aparato paramilitar, podrá el Eln regresar a las zonas que éstos les quitaron, pero en donde hoy hay más presencia de las Fuerzas Militares, o incluso de las Farc o las bandas criminales emergentes al servicio del narcotráfico (Bacrim)? ¿O será que le harán caso al ex cabecilla del mismo grupo, alias Francisco Galán, quien meses atrás, en referencia a la foto comentada, les dijo: “me conmovieron. Los vi viejos, llenos de musgo, ausentes y muy distantes de esta patria. Y me repetí varias veces: no es posible continuar esta larga lucha sin posibilidad de victoria hasta la tumba… La guerra no tiene futuro (...) el Estado y la sociedad están en capacidad de construir y ofrecerles una oferta digna de paz para terminar bien este conflicto”?