Los medios europeos comentan el duelo por televisión entre Silvio Berlusconi y Michele Santoro, este último uno de los periodistas de izquierda más radicales, recursivos y profesionales de la política italiana; semejaba la confrontación entre el experto domador y una fiera dispuesta a devorarlo. El propio exprimer ministro señala al famoso periodista como la bestia negra o roja de los medios. Desde los siglos remotos del Imperio Romano la disputa pública entre bandos antagónicos, verdaderos gladiadores del verbo, ha sido seguida por la población, que goza con el circo de la política.
Esta vez, los actores situados en orillas opuestas de la política eran de los más taquilleros y llevaban 11 años de descalificarse, execrarse y chocar mutuamente en diversos escenarios. Según datos confirmados, el 18 de abril del 2002, Il Cavaliere, harto de los insultos y consejas del redomado y famoso izquierdista, junto con otros dos colegas periodistas que hacían de mosqueteros contra el político populista de derecha, éste los acusó de hacer vil uso "criminal" de la 'caja tonta'. Y agregó: “El deber de este Gobierno es no permitir que eso ocurra"; en lo que hasta hoy sus adversarios consideran una de las peores andanadas de artillería pesada contra la libertad de expresión, más conocida como el "edicto búlgaro" y que llevó al despido de la televisión oficial de los tres 'molestos' periodistas. Con motivo del regreso a la política de Berlusconi, su estrategia consiste en enfrentar directamente a sus más enconados adversarios y desafiar a la izquierda que domina algunos importantes espacios de opinión. Servicio Público es el programa de Michele Santoro, de los de más audiencia en el país, pese a que se transmite en un modesto canal de televisión, puesto que Berlusconi controla varios canales y poderosos medios de comunicación. La noticia del desafío de Il Cavaliere y su aparición en el controvertido programa de izquierda sacudió la opinión pública. Para un político que salió del poder en medio de una tormenta, consiguió imponer a Monti, como Primer Ministro, al tiempo que anunciaba su retiro de la política para concentrase en la defensa en los tribunales y la reorganización de sus negocios, el solo anuncio de volver a la arena política cuando está mal en las encuestas ha sido un desafío a todos los partidos políticos distintos al suyo e, incluso, a los políticos que mandan en la UE.
Berlusconi ha sido insultado por todos, en diversas oportunidades ha hecho el ridículo y hasta ha sido salvajemente golpeado en la cara por un energúmeno; le han hecho cargos de diversa índole y los jueces lo persiguen como lobos, particularmente los que tienen simpatías de izquierda. Los medios han publicado las fotos de jóvenes y hermosas mujeres que han tenido que ver con sus fiestas, que recuerdan las bacanales romanas. Y todo se ha dicho, menos que sean feas pese a que se trata de damiselas que no pasan de dos en conducta.
El programa alcanzó a ser visto por una audiencia de 9 millones de personas, que siguieron expectantes el debate. La izquierda señala a Berlusconi como responsable de haber conducido a Italia al despeñadero económico, acusación que Santoro repitió con oportunas cifras durante el programa. Il Cavaliere se defendió, también, con cifras y fina ironía. El agitado debate transcurría dentro de la tensión normal del encuentro de dos viejos antagonistas, cuando, súbitamente, se produjo un instante de suspenso, otro de los mosqueteros contrarios al exprimer ministro, Marco Travaglio, subdirector del periódico Il Fatto Quotidiano, se sumó a la diatriba contra el magnate. El periodista se sentó en una silla y comenzó a leer una de sus típicas y demoledoras cartas, con datos gravísimos y en la que pasó revista a muchas de las impresentables amistades de Berlusconi, sus 42 chicas y el baile de “bunga-bunga” que puso de moda Shakira. Por momentos Berlusconi se veía nervioso, pero recobró el ánimo y le pidió a Santoro que le dejara ocupar el puesto de Travaglio. Se sentó en su silla, también sacó teatralmente un papel y leyó con voz clara una carta contra el periodista, mostrando los cargos por las diez condenas por difamación que le han caído al subdirector de Il Fatto. Santoro explotó y trató en varias ocasiones de interrumpir a Il Cavaliere, y “aseguró que las condenas por difamación son algo normal en un periodista. Llegó incluso a decir que el ataque contra Travaglio no era justo ya que él había cumplido su parte del pacto (¡había accedido a un pacto con Il Cavaliere!) y durante el programa no se había hablado del contenido de los procesos contra Berlusconi”. Finalmente Il Cavaliere se levantó y pareció que podía llegar a los golpes con Santoro, luego se sentó más sosegado.