El compromiso del Nobel

Domingo, 11 de Diciembre de 2016

“Tal vez la adjudicación del Premio Nobel de la Paz ha contribuido positivamente para darle a usted y al proceso de paz un poco de empuje adicional en estas semanas críticas. Es además la esperanza del Comité de que sea una inspiración para todos los colombianos cuando ahora inician la implementación del acuerdo y construyan una paz duradera y justa”. Las palabras fueron de la Presidenta del Comité Noruego del Nobel, Kaci Kullmann Five, al explicar por qué se le había otorgado el galardón al presidente Juan Manuel Santos, quien lo recibió ayer en una ceremonia en la sede del Ayuntamiento de Oslo, en presencia de los Reyes de Noruega, Harald V y Sonia.

Es claro que en medio del agitado ambiente político y la polarización nacional en torno a la negociación de paz, muchos colombianos no han entendido en su justa dimensión lo que significa un Premio Nobel, qué reconoce y cuáles compromisos genera hacia el futuro. El discurso de la Presidenta del Comité Noruego del Nobel permite ahondar en esos tres objetivos cuando recalcó, por ejemplo, que “el premio va destinado al presidente Santos únicamente, pero también se debe entender como un tributo al pueblo colombiano. Un pueblo que a pesar de grandes penurias e innumerables abusos nunca ha perdido la esperanza de una paz justa". Aunque muchas veces se ha insistido que nadie en Colombia estaba a favor de la guerra y contra la posibilidad de aclimatar la paz, que lo reitere la propia Academia que otorgó el Nobel es importante para enterrar, de una vez por todas, ese falso debate.

Como también lo fue cuando Kullmann Five admitió que el triunfo del No en el plebiscito del 2 de octubre tuvo mucha incidencia en la decisión de otorgarle el Premio a Santos, partiendo de la base de que el galardón podría ayudar a superar la “situación crítica” y era necesario un esfuerzo conjunto para salvarlo. “… Cuando se conoció el resultado del plebiscito, muchos observadores opinaron que sería demasiado temprano darle el Premio Nobel de la Paz este año”, afirmó la Presidenta de la Academia, que incluso reconoció que le habían recomendado esperar  a 2017 “para ver si el proceso de paz realmente logra crear la paz”. Sin embargo, la Academia concluyó lo contrario, en el sentido de que no había tiempo que perder y el Nobel debía servir como un mensaje del apoyo internacional al intento de buscar una salida negociada al conflicto armado. Es más, la propia Academia considera que ese objetivo se cumplió al resaltar que Santos llegó a Oslo con el nuevo acuerdo debajo del brazo.

Queda, entonces, en evidencia que el Premio no fue un aval al acuerdo de paz ya denegado en las urnas, sino un aliciente para buscar un diálogo entre los partidarios y contradictores  en pos  de un nuevo pacto y no rendirse en el intento, claro bajo el liderazgo del Jefe de Estado. Obviamente no tenía por qué la Academia entrar a evaluar si ese “diálogo nacional” tuvo los resultados esperados o redundó en el acuerdo político amplio que todos esperaban.

Otro de los elementos destacables de la visión de la Academia sobre el sentido y el objetivo del Nobel otorgado a Santos está delimitado en la afirmación de Kullmann Five en torno a lo que debe resultar del nuevo acuerdo de paz.  “Los compromisos políticos rara vez son perfectos en su equilibrio. Los acuerdos de paz son especialmente difíciles de equilibrar. Sin embargo es nuestra esperanza fervorosa que el acuerdo renegociado que ya se ha firmado por las partes y ha sido ratificado por el Congreso, represente una solución que le pueda dar al pueblo de Colombia paz y desarrollo positivo”.

Como se ve, es claro que la Academia premió el tesón, audacia y esfuerzo indeclinable del presidente Santos por llevar el proceso a buen puerto y sentar las bases para acabar con el último conflicto armado del hemisferio occidental. Una capacidad de liderazgo y de voluntad política que es justo reconocer a la persona del Jefe de Estado. Pero la Academia también señala que todavía queda mucho trabajo por delante, indicando su Presidenta que “después de más de 50 años con un conflicto amargo, uno no puede esperar obtener reconciliación auténtica de la noche a la mañana”. De allí que haya invitado a todos los colombianos a seguir el diálogo nacional y en el camino hacia la reconciliación. Un llamado que no se puede dejar en el aire no solo por venir de quien viene, sino porque es claro que el proceso de implementación del pacto con las Farc sólo podrá redundar en una paz estable y duradera en la medida que genere un consenso político real que hoy, siendo realistas, no concita.

Recibido ya el Premio Nobel por el presidente Santos queda evidenciado que este no sólo es un reconocimiento a un proceso que lideró y llevó a las instancias ya alcanzadas, sino que también genera un compromiso a corto, mediano y largo plazos para el Gobierno, la guerrilla, el país e incluso la comunidad internacional, bajo la conciencia de que si bien la última guerra en Occidente ha silenciado sus fusiles la única forma de asegurar que termine es que la salida negociada que se pactó logre el concurso y apoyo de todos los colombianos. De lo contrario, no será ni estable ni mucho menos duradera.