Por Catherine Nieto Morantes
Periodista EL NUEVO SIGLO
CRÓNICA. Una revista artesanal de la época de 1963, cuyo precio estampado en su portada dice valer $1, es la mayor reliquia que tiene entre su colección Gerardo Rivera, un cucuteño de 53 años que llegó hace 40 a Bogotá y quien se dedica a la compilación de documentos y artículos futbolísticos y deportivos que ahora cuestan un verdaderoojo de la cara.
Aquella reliquia que Rivera cuida con mucho recelo es la primera revista que se emitió del Club Deportivo Los Millonarios, creada en octubre de 1963, la cual aunque está protegida por un plástico, refleja el paso de los años que tiene, “parece una revista artesanal porque en esa época la imprenta en Colombia era cara, imprimir una revista era caro y en ese tiempo no habían colores”, destaca el coleccionista sobre el documento en cuya portada aparecen los jugadores de la época, en una fotografía desgastada en tonalidad azul.
Para adquirirla tuvo que comprar un paquete completo, ya que en el mundo de la colección para conseguir algo, “hay que lucharla” según cuenta Gerardo. En su portada también aparece el escudo del equipo con 7 estrellas, las que hasta la época habían conquistado los Embajadores, y al interior contiene a cada uno de sus fundadores, lo que según el coleccionista, “la persona que la lea se va a ese tiempo y la mente se regresa a la infancia de ellos, hablan tanto como si fuera ayer”.
Aunque Gerardo es de Cúcuta, colecciona cuanto documento y artículo de distintos equipos le parezcan interesantes para posteriormente compartirlo con los hinchas interesados, eso sí, en caso de analizarlo primero y ver que quedará en buenas manos, de lo contrario prefiere no venderlos, no sin antes advertir que vende el juego completo. “La de 1963 un historiador me dijo que se la vendiera que no la tenía, pero yo la vendo completa o si no nada. La de 1964 una revista muy bella y tengo las de 1961 donde está Millonarios en fotos a blanco y negro, con Pedernera y otros jugadores de la época”, afirma el cucuteño, quien exhibe sus reliquias sobre el andén de la calle 22 con carrera 8ª, en el centro de Bogotá.
Según cuenta Gerardo, hasta aquel punto no solamente llegan los compradores, también lo visitan jugadores, historiadores, extranjeros y aficionados al fútbol para hacer tertulias y discutir en el buen sentido de la palabra acerca de la actualidad del fútbol profesional. Así mismo, le llegan recicladores que saben de su gusto por la colección y le dejan documentos altamente importantes que para otras personas no representan nada y las botan.
Aunque Gerardo ha realizado varias carreras, como matemática y física, ingeniería industrial y está terminando ingeniería civil, su pasión por la colección y por salvaguardar los documentos pesan más por la tradición como librero que viene de familia.
Hinchas que no son hinchas
Gerardo conoció entre sus visitantes a Lucho, un hincha de 60 años que lo llevó a conocer su casa, la cual lo dejó descrestado porque desde la fachada hasta el más mínimo detalle al interior de su hogar es azul, lo cual lo dejó impresionado, pues el día en que el equipo cumplió los 70 años dice haberse sentido triste por ver la actitud de los hinchas que no son hinchas por su deplorable comportamiento.
“Yo iba a sacar la colección aprovechando el cumpleaños de Millos, pero dije no, mejor no porque de pronto se me vienen y me hacen un motín, me roban todo, entonces me tocó recoger al igual que los demás almacenes porque no había ni un policía en la 7ª, eso fue muy desastroso algo de mucho pánico. Sólo vandalismo, a un amigo mío le reventaron la cara y quedé muy triste. Presenciar esos desórdenes fue muy doloroso”, asegura Rivera, quien además también quedó aburrido por no haber tenido el dinero para adquirir otra valiosa colección.
“Qué día me dio tristeza porque llegó el nieto del argentino Fernández, uno de los mejores jugadores de Millonarios de la década de 1959-60-61 y 62. Me trajo la colección que era de su papá que fue de la década del 50 y de los 60 cuando Millos quedó campeón consecutivamente en esa época y tenía las 3 camisetas firmadas por los campeones, pero no tenía la plata, me pedía $8 millones y medio. La compró otro señor pero quedé muy triste, nos dejó unas cositas pero la documentación que no conseguí duele. Cada revista cuando me la entregan tiene una historia que contar”, resalta.
En la colección deportiva Gerardo lleva 12 años porque vivió cerca al estadio General Santander en Cúcuta y allá se hablaba mucho del fútbol sobre la década del Dorado. “Cuando vino el seleccionado de Uruguay a jugar, cuando vino Pedernera, en la época de la piratería del fútbol colombiano fue cuando hubo el paro internacional en los años 50, en América los jugadores se vinieron a Colombia a trabajar, por eso me gustó esa parte histórica de cómo fueron nuestros principios del fútbol”, recuerda.
De su llegada a la capital recuerda que conoció al inmolado líder conservador Álvaro Gómez Hurtado, pues Gerardo estudiaba en el Liceo Los Alpes, en la Av. Chile, muy cerca a la sede política de Gómez Hurtado, quien lo saludaba seguido.
El primer documento en coleccionar fue el álbum de 1966 del mundial de Inglaterra, “lo conseguí en Medellín con una revista, entonces lo guardé y en el mundial del 2002 salió por un periódico que valía $2 millones, eso era mucha plata y yo lo tenía entonces por ahí empecé”, afirma.
Gerardo no conoce el Museo de Millonarios, pero destaca que le causa satisfacción que historiadores y seguidores empedernidos del equipo lleguen hasta su punto a adquirir artículos que el Museo no tiene.
Otras colecciones
Otras reliquias que el coleccionista tiene es una medalla de 1930 del mundial de Uruguay, “tengo la estampilla de 1936 de los Olímpicos de Berlín, monedas de plata del 94 del mundial, fotos originales de los años 50, revistas de la época del Dorado, fotos originales, álbumes, tengo balones por ejemplo el de la euro del 2008, también del fútbol colombiano de los años 50 y 60, documentos, trofeos, un libro que se llama El Golazo que sacó la anterior administración de la Alcaldía Mayor de Bogotá donde salen los primeros árbitros de Bogotá, tengo el carnet del primer árbitro, también los primeros carnets de las federaciones de arbitraje de Bogotá, los primeros banderines de la federación de árbitros y sus documentos, en fin, todo lo que sea de fútbol y así me quede sin un peso yo les compro. El coleccionista a veces deja de comer o de comprarse algo”, asegura.
Sobre la colección que le falta, Rivera asegura que está negociando la medalla de 1951 de la reinauguración de El Campín, que cuesta $500 mil y el archivo sobre la famosa revista Vea. “Una editorial como la Vea de los años 60 eso vale mucha plata, necesito por ahí un millón y medio y listo”, dice ansiosamente.
Por ahora, las preocupaciones de Gerardo Rivera se sientan en seguir consiguiendo reliquias, en continuar con su tertuliadero cultural de calle y en contar con la seguridad de que su trabajo de décadas quede en buenas manos.