por Mathilde RICHTER
La decisión de los miembros del euro de negar una prolongación del rescate a Grecia pone al Banco Central Europeo (BCE) en el ojo del huracán, al tratarse del único órgano de poder que puede evitar una quiebra, pero para ello tendría que violar sus propias reglas.
Haga lo que fuere, es el futuro del bloque monetario lo que está en juego: abandonando a Grecia, la institución monetaria de Fráncfort lanza un salvavidas a sus bancos y al mismo tiempo a toda la economía, precipitando el "Grexit", salida de país de la moneda única. Entonces tendrá que gestionar las consecuencias, y en particular probar, mediante las herramientas de política a su disposición, contener los riesgos de contagio.
Pero manteniendo a los bancos bajo perfusión, el BCE violaría sus propias reglas, al tiempo que a su presidente Mario Draghi le gusta repetir que es "una institución basada en sus reglas". Para algunos, esto significaría el comienzo del fin de la zona euro.
Draghi, quien se cuidó de mantenerse a un costado en los últimos meses de intercambio de armas entre Atenas y sus acreedores, se encuentra de esta manera sentado en el banquillo, lo que precisamente buscaba evitar. Insoslayablemente, ha llamado una y otra vez a los políticos a que asuman sus responsabilidades, limitándose al rol de ejcutor de sus decisiones.
"La salida o no de Grecia de la zona euro ahora depende del BCE. Qué enorme responsabilidad para alguien no electo", comentó en Twitter el economista Paul de Grauwe, de la universidad de Lovaina (Bélgica).
- Reunión del Consejo -
El Consejo de gobernadores del BCE se reunirá "en el tiempo debido" -este domingo de mañana según varias fuentes- "para discutir la situación", según un breve comunicado de la institución de este sábado, después de que los ministros de Finanzas de la zona euro reunidos en Bruselas transmitieran a Grecia el rechazo a su última jugada de póquer.
El gobierno de Alexis Tsipras había solicitado un plazo de algunos días para el programa de ayuda en curso, que expira el 30 de junio, para poder organizar un referéndum en su país.
El Consejo de gobernadores, que reúne a los seis miembros del directorio del BCE y a los 19 gobernadores de los bancos centrales de la zona euro, mantuvo durante los últimos meses una malla de seguridad para amortiguar al sistema bancario griego, a través de préstamos de urgencia.
Éstos, bautizados ELA, son aprobados por los gobernadores, que fijan un techo -actualmente de 90.000 millones de euros. Estos últimos días, en un contexto de incertidumbre en aumento, los griegos retiraron sus ahorros, por lo que los gobernadores fueron llamados a diario a pronunciarse sobre esta prolongación del mecanismo, a través de conferencias telefónicas.
Draghi siempre insistió sobre el hecho de que otorgar préstamos ELA obedecía a reglas estrictas: la existencia de un programa de ayuda y la intención del país concernido, y la solvencia de los bancos.
- Condiciones no reunidas -
Ni una ni otra condición parecen tenerse en pie a partir de este sábado. Los bancos griegos, sufren retiradas masivas de fondo algo que no asegura su solvencia.
Algunos de los miembros del Consejo se mostraban contrarios a otorgar préstamos ELA inclusive antes del giro de los acontecimientos en las últimas 48 horas, entre ellos el presidenet del Bundesbank alemán, Jens Weidmann.
Pero, animados por la esperanza de un acuerdo entre Atenas y sus acreedores, muchos de sus colegas superaron sus propias reservas.
Si el domingo cortan la financiación a los bancos, al mismo tiempo tendrán que concertarse sobre los medios para gestionar las consecuencias de la salida casi inevitable de Grecia de la zona euro.
Para evitar que las tasas de préstamo se disparen, el BCE podría, por ejemplo, fortalecer un poco su "QE", su programa de compra de obligaciones cuidadosamente calibrado y ya en curso. Concretamente, comprar aún más deuda, sobre todo porque la justicia europea acaba de dar luz verde a su precedente programa de entregas masivas de liquidez/AFP.