*Del paro educativo al glifosato
*Están desgastando al Presidente
Algo está ocurriendo con la acción y la comunicación estratégica oficiales. Para nada es buena la sensación de descoordinación que comienza a dilatarse por el país. El hecho de que el Procurador haya debido intervenir en el paro educativo, hablando con los sindicatos y pidiendo la presencia del ministro correspondiente, a modo de mediador, lo mismo que las solicitudes de a lo menos 50 senadores para que se atienda la huelga de manera pronta, entre otros de los pedimentos que en el mismo sentido se han tomado a la opinión pública, es sintomático de que al Gobierno le está faltando articulación interna para actuar de modo expeditivo. Gobernar, de alguna forma, es mantener la iniciativa, poner la agenda y cuando, por las circunstancias normales del día a día haya de reaccionarse, hacerlo de modo que se preserve la dinámica en manos gubernamentales y por sobre todo, del Presidente, que en todo caso no debería ser el depositario del desgaste. Para ello, por descontado, la mejor fórmula es la acción en vez de dejar que los problemas se crezcan cuando ya el margen se ha reducido considerablemente.
No se trata, por tanto, de plantarse en insulsas contradicciones que no resuelven mayor cosa y que al final, en todo caso, terminan minando el principio de autoridad por cuanto se plantea el debate en ese terreno en vez del diálogo y la concertación donde ambas partes ceden y se llega a una solución razonable. Lo que en general el país demanda del Ejecutivo son respuestas prontas a los problemas inmediatos, pues sabido está que Colombia es un país donde el Gobierno es primero bombero y después cualquier otra cosa. Esa realidad, que desde luego no es la ideal, implica que los actores gubernamentales vayan por delante y que no sean sorprendidos. Lo que, desde luego, no es fácil cuando en el país se ha instaurado, desde hace ya varios años, la cultura del paro, no obstante bajo la tesis gubernamental de que la protesta social es bienvenida y de que ella hace parte de la cotidianidad y las garantías constitucionales. Si esto es así, no debería haber sorpresas y lo que se espera, en la misma dirección, es que las protestas tengan pronta salida. En vez, por supuesto, de mantener las pugnas sin resolución y en medio de ello perder la iniciativa, además de dejar acrecentar las presiones y de que muchos pesquen en río revuelto.
Al mismo tiempo del paro de la educación, un ministro sugería, anteayer, que se debían suspender de inmediato las fumigaciones con glifosato mientras otro rectificaba y decía que ello no estaba en el orden del día y que se mantendrían hasta nueva orden. No se supo muy bien cuál era la posición oficial, pero un anuncio de semejante trascendencia, seguramente analizado en el consejo de ministros, debería tener un vocero único e impedir las contradicciones en el seno gubernamental. Porque de ello lo que queda es una sensación de improvisación.
En medio de esto, la ONU emitía, al mismo tiempo, un duro comunicado diciendo que el ICBF no lograba la articulación con los ministerios en la política de la niñez que manda la Carta de las Naciones Unidas, para reseñar solo el aspecto más suave de la severa comunicación. En medio de las circunstancias por las que atraviesa el país, el informe no recibió sino la atención de algunas emisoras radiales, pero igualmente parecía un llamado a una mayor coordinación del Gobierno en un aspecto que, como la niñez, a no dudarlo es el soporte fundamental para la paz.
Entre tanto, en el Congreso, en el debate del llamado proyecto de equilibrio de poderes, el Consejo de Estado, en una larga y sesuda intervención, advertía, entre otras cosas, que el acto legislativo, fruto de la improvisación y la descoordinación, estaba lleno de vicios, no solo de fondo, sino de forma que, por lo demás, a lo largo de la discusión volvieron presentarse, una y otra vez, sin siquiera saberse qué se estaba votando. Al final, uno de los aspectos del debate más reseñado por los medios fue el lobby irreglamentario que adelantaba una auxiliar de la Fiscalía en favor de su jefe que, si bien suscitó una aguda controversia por parte de los senadores que tomaron el micrófono, los agentes gubernamentales dijeron no registrar ni ver.
Son los aspectos de un solo día y que suelen repetirse con inusitada frecuencia. Lo que, por supuesto, al primero que no le hace bien es al propio Presidente.