Los usos y aplicaciones de la Inteligencia Artificial (IA) continúan siendo uno de los temas que más se están debatiendo en estos momentos en todo el mundo, sobre todo ahora que estos programas de contenidos generativos son de libre acceso para todos los usuarios digitales.
Es un asunto muy complejo, a tal punto que los propios pioneros en este tipo de desarrollo tecnológico han advertido que se requiere una urgente regulación, ya que son tantas las posibilidades de uso y su impacto tan múltiple en el día a día que es imperativo señalar marcos normativos muy precisos para evitar utilizaciones lesivas o incluso delictivas.
Los programas automáticos de inteligencia regenerativa, los llamados chatbots, así como las aplicaciones que permiten la clonación de voz, creación de imágenes y vídeos, entre otras herramientas que facilita la IA, están teniendo un uso generalizado en todo el planeta y, por lo mismo, desde múltiples instancias se urge fijar reglas del juego para que el uso de las mismas sea ordenado y positivo.
En ese orden de ideas, resulta positivo que desde la Organización de Naciones Unidas (ONU) ya se estén tomando pasos en concreto. De hecho, acaba de instalarse el Órgano Asesor sobre inteligencia artificial (IA), cuya principal función será examinar los riesgos, las oportunidades y la gobernanza internacional de esta tecnología.
Esa delicada tarea estará a cargo de expertos con amplia experiencia en los ámbitos de la administración pública, el sector privado, la tecnología, la sociedad civil y el mundo académico.
Ese potencial transformador de la IA parece no tener límites. Es más, las expectativas que se tenían meses atrás, cuando se dio acceso generalizado a los programas en las principales plataformas de tráfico de contenidos digitales, han sido superadas rápida y sorpresivamente. Incluso, los mismos programas han evolucionado de forma sorprendente utilizando para ello las mismas utilidades de los programas.
La discusión está abierta en todos los ámbitos e instancias del día a día. Desde la academia, pasando por la educación e incluso en los escenarios artísticos, en donde el debate en torno a los derechos de autor y propiedad intelectual está prendido y ya son objeto de millonarias demandas contra las compañías creadoras de aplicaciones de IA.
Por ahora habrá que esperar a que el nuevo órgano asesor formule recomendaciones para finales de año sobre los ámbitos de la gobernanza internacional de la inteligencia artificial, la comprensión compartida de los riesgos y desafíos, y las oportunidades y los factores claves para aprovecharla.