En estos tiempos de globalización la capacitación laboral es clave no sólo para quienes buscan empleo sino para el sector industrial. Se sabe que aquí hay deficiencias en la educación. Esto se demostró en las pruebas PISA, con el último lugar para Colombia. A raíz de este resultado negativo es obvio que se requieren cambios en la enseñanza. Quizá mayor exigencia a los alumnos y métodos efectivos para que los educandos asimilen lo que se dicta en las aulas.
En países asiáticos como Corea de Sur, los avances en el área educativa han sido espectaculares. Naturalmente la calidad de la educación repercute en el crecimiento y progreso de esa nación que está en rango alto en esa región y a escala global. Es interesante observar cómo en los países desarrollados, desde hace tiempo se ha hecho énfasis en las carreras técnicas. Es un enfoque adecuado que responde a las exigencias fabriles, de comercio y desde luego de los procesos tecnológicos que van a paso acelerado y en constante renovación. En cada especialidad de las distintas ciencias tecnológicas son necesarios los expertos.
Una de las más importantes iniciativas de hace más de medio siglo fue la que llevó a la creación del Servicio Nacional de Aprendizaje -SENA-, impulsada por quien fue su primer director, Rodolfo Martínez Tono. De esta institución han salido miles de técnicos en diferentes oficios que rápido consiguen ocupación y son apreciados por sus conocimientos y eficiencia. El aporte del SENA a la industria, el turismo y otras muchas actividades humanas, ha sido enorme. Ahora, más que nunca, se debe impulsar esta escuela de técnicos. En muchas compañías se requiere gente preparada. Aparte del SENA es poco lo que contribuyen las instituciones de educación superior al desarrollo fabril. Además, desde hace décadas, quizá desde el surgimiento de las universidades, se ha hecho énfasis en las carreras liberales como medicina, ingenierías, economía, administración de empresas, y diversas carreras que se han creado. Entre todas la que más pedido tiene es la de Derecho. Colombia es de las partes del mundo donde hay más abogados. Se dice que es país de pleitos, de leguleyos. Y es verdad. Abundan para todo, por ejemplo, en las demandas contra el Estado, son legiones que buscan para sus poderdantes jugosas sumas.
Que aquí somos expertos en pleitos y leguleyadas es una verdad de a puño. Lo visto en la capital de la República en el caso del alcalde Petro es una muestra fehaciente. La abundancia de egresados de las facultades de Derecho hace que para cualquier negocio se lo disputen muchos. No obstante como aquí, en especial en el sector público, en la justicia, los trámites burocráticos son engorrosos, se dice que la solución es dar poder a un abogado para que solucione el problema. En otros países hay mayor diligencia oficial para resolver conflictos. En naciones como Japón se prefiere dirimir querellas de manera conciliada sin acudir a servicios de abogados y menos ir a los estrados judiciales.
Definitivamente urge orientar la educación hacia las profesiones y especialidades de mayor demanda en la industria, también en el agro. Ahora se necesitan más agrónomos para tecnificar la agricultura, veterinarios para la ganadería, y desde luego incrementar la capacitación de personal para los requerimientos de las empresas. Resulta irónico que haya muchas plazas de trabajo y los miles de personas que buscan ocupación no puedan acceder a ellas por falta de formación técnica.
Es prioritario ser competitivos y para esto es indispensable contar con técnicos idóneos que contribuyan a la modernización de la industria nacional y ésta pueda conquistar los mercados externos y aprovechar las oportunidades que brindan los tratados comerciales que ha suscrito Colombia con diversos países.