Unidad en la diferencia

Jueves, 6 de Octubre de 2016

En momentos de crisis e incertidumbre las naciones exigen de sus líderes guía y poder de decisión. Y eso es precisamente lo que se empezó a configurar ayer tras la reunión entre el presidente de la República, Juan Manuel Santos, y el exmandatario y senador, Álvaro Uribe Vélez, en la Casa de Nariño.  Una reunión que, como lo dijimos en el editorial de ayer era , sin duda, una cita con la historia y tenía como principal objetivo buscarle una salida a la situación política dejada por la votación del plebiscito refrendatorio al acuerdo de paz el pasado domingo, que evidenció a un país dividido en dos.

Y ese objetivo se puede decir que se empezó a cumplir ya que tanto el mandatario como su antecesor ratificaron que los partidarios del Sí como del No que depositaron casi 13 millones de votos y la gran mayoría de los colombianos apuestan a la paz y nadie está por mantener o prolongar el conflicto armado con las Farc, que ha desangrado a Colombia por más de cinco décadas.

Ese mensaje viniendo de quienes son, sin duda, los dos líderes políticos más importantes del país en los últimos 16 años, hoy el uno como Jefe de Gobierno y el otro como jefe de la oposición, debe contribuir a que disminuya el ambiente de nerviosismo que prima en el país tras un resultado electoral en el que fue evidente que las mayorías apostaron por reformar el acuerdo firmado en La Habana con el fin de allanar una verdadera paz estable y duradera.

Es, entonces, claro que la cumbre Santos-Uribe pone de presente  que hay un sentimiento palpable y activo de unidad nacional para que la salida negociada a la guerra se alcance de manera pronta y con el respaldo, ya no de solo una parte del país sino de todos sus sectores políticos, económicos, sociales, institucionales, regionales y locales.

Era de esperar, como también lo advertimos en estas páginas, que de la reunión de ayer no salieran los primeros grandes acuerdos sobre modificaciones al pacto habanero que fue denegado en las urnas. Lo importante, como se dijo, era establecer que el Gobierno está dispuesto a analizar y discutir los criterios y posturas de los líderes del No, y que éstos, a su vez, tiene la disposición para debatirlos de manera abierta y proactiva en busca de una propuesta conjunta de reforma que, una vez consolidada aquí en el país, pueda ser llevada la mesa de negociación en Cuba y discutida con las Farc. De las declaraciones tanto de Santos como de Uribe se puede concluir que sí hay tal disposición de lado y lado y que será a partir de hoy, una vez se instale la Comisión que debe ahondar punto por punto en las propuestas de ajuste, que se empezará a vislumbrar cuánto se tardará este proceso. De entrada la opinión pública tiene que ser consciente de que no será un trámite automático ni de apenas unos días, pues las diferencias son de fondo, sobre todo en temas como la Jurisdicción Especial de Paz, la elegibilidad política de los guerrilleros, el alcance de la restricción efectiva a la libertad a los condenados por  delitos graves y atroces, así como otros asuntos clave de los seis puntos del acuerdo habanero que tienen profundos impactos en materia económica, judicial y territorial.

Otro de los aspectos determinantes de lo ocurrido ayer  en las reuniones de Santos con Uribe, el expresidente Andrés Pastrana y otros dirigentes políticos, sociales, religiosos y de distintos sectores que impulsaron el No es la coincidencia para que se mantenga y preserve el cese al fuego con las Farc, con las debidas garantías y monitoreos para evitar su rompimiento, así como la petición a la comunidad internacional para que continúe con su apoyo al proceso en tanto se tramita esta nueva realidad política dejada por el dictamen de las urnas, un dictamen que ya está claro todo el país acepta y acata, determinando que ahora lo que se busca son nuevas rutas para que el intento de una salida negociada a la guerra se pueda reconducir y llevar a buen término.

Como también lo dijimos ayer en estas notas, la foto de la reunión era importante por el mensaje de unidad nacional en la diferencia que se envía al país y que  relieva la fortaleza y madurez de nuestra democracia. Pero lo verdaderamente importante, y también lo más difícil, es lo que viene ahora. Y es allí en donde se espera que todos a una puedan encontrar los consensos para asegurar una paz estable y duradera.