*Cierre de 2023 asoma muy complicado
* Cifras no mienten y Gobierno se enreda
Preocupante. Así asoma el panorama económico para el final de este año. Las alarmas están encendidas en múltiples sectores y, salvo algunos indicadores que se mantienen en terreno medianamente positivo, la mayoría tiene un desempeño entre mediocre y negativo.
Las proyecciones sobre crecimiento económico para 2023 continúan siendo muy alarmantes. Los pronósticos se ubican en una franja que va del 0,9% al 1,7% como máximo en el aumento del Producto Interno Bruto (PIB). Sin duda, una descolgada bastante drástica si se tiene en cuenta que el 2022 cerró con un 7,5% y el 2021 con el récord de 10,6%.
En ese orden de ideas, resulta difícil de entender que desde las toldas gubernamentales se celebre como un triunfo que el Fondo Monetario Internacional (FMI) haya informado ayer que el PIB colombiano crecería a diciembre 1,4% y no el 1% que había previsto en su informe de abril pasado. Uno y otro rubro son muy malos y, en modo alguno, dan para echar las campanas al vuelo. Por el contrario, la preocupación debería ser mayor si se tiene en cuenta que la entidad financiera multilateral pronostica que en 2024 el PIB llegaría a máximo un 2%.
En editorial anterior recalcamos que, si bien la economía global registra un periodo de desaceleración, empezando por las grandes potencias, especialmente China, en tanto que Estados Unidos y la Unión Europea tampoco levantan cabeza, el principal problema colombiano es que el porcentaje del retroceso productivo es mayor, incluso frente a países con igual potencial y nivel de desarrollo.
Esos mismos ‘cantos de sirena’ se escucharon la semana pasada con el último reporte del DANE alrededor de las exportaciones, que registraron en agosto una caída de 10,1% en relación con el mismo mes del año pasado. Algunas voces oficiales celebraron que el retroceso en las ventas de productos, bienes y servicios fue menor al de julio (cuando se descolgaron en un 30%), desconociendo que en lo corrido de todo este año la disminución ha sido del 15,6% en total.
Otro de los flancos que tiene contra la pared a todo el sector real de la economía es el de la inflación, que se mantiene por encima de dos dígitos en el cálculo anual (10,9%). Si bien ha venido disminuyendo en los últimos meses, lo hace a un ritmo muy lento en comparación con otros países latinoamericanos. La escalada de alzas en los combustibles y sus efectos transversales en el golpeado consumo de los hogares, que a su vez se traduce en bajas ventas de la industria y el comercio, aparecen como el principal coletazo del inflexible costo de vida. Pero no es el único. De hecho, es el principal móvil de la ortodoxa decisión del Banco de la República de no bajar sus tasas de interés de referencia (13,25%), lo que tiene un impacto muy complicado en la economía, ya que mantiene caro el crédito y por esa vía se afectan los ritmos de inversión, ubicación de crédito, liquidez y gasto de las familias.
Sectores como el de la vivienda, que este año ha registrado caídas históricas tanto en ventas como en iniciación de proyectos de construcción, no han podido reactivarse en pleno, evidenciando que las medidas del Ministerio del ramo en cuanto a subsidios y otros incentivos continúan siendo insuficientes.
Si bien es cierto que el sector privado ha venido sobreaguando este enfriamiento económico, cada vez es más claro que el clima de negocios y la productividad son muy inciertos. La preocupación por el efecto de los proyectos de reformas laboral, pensional y de salud, que siguen trabados en el Congreso por la negativa gubernamental a concertar sus alcances, ha disminuido el ritmo de la generación de productos, bienes y servicios. Aunque el desempleo baja lenta pero sostenidamente, al punto que se ubicó ya en 9,3%, el complicado panorama de este último trimestre podría revertir la tendencia.
Pese a ser claro que se requiere un plan de choque para enfrentar la descolgada económica, la actitud impositiva, cuando no pasiva, así como las gaseosas y polémicas políticas del Ejecutivo en múltiples campos, han impedido que se concrete una estrategia coordinada y eficaz con el sector privado. Los gremios advierten de un cortocircuito con la Casa de Nariño y el gabinete ministerial, en tanto los flujos de inversión extranjera directa, las exportaciones y los ingresos fiscales a la Nación continúan soportados en la misma actividad extractiva que el Gobierno insiste preocupantemente en marchitar.
Como se ve, siendo la economía el principal activo público de cualquier país, en Colombia tiene un escenario cada vez más complejo e incierto, sin que se vea acercarse una luz al final del túnel.