Un mundo fracturado | El Nuevo Siglo
Miércoles, 13 de Noviembre de 2019
  • No es bipolar, unipolar ni multipolar
  • El campanazo de Guterres en París

 

“Nuestro mundo está enturbiado. No es bipolar ni unipolar, pero tampoco multipolar. La correlación de fuerzas es imprevisible (…) Además, las relaciones entre las grandes potencias son más disfuncionales que nunca”. Esa conclusión, grave por sí sola, cobra mayor dramatismo al saberse que proviene nada menos y nada más que del secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres. Incluso el nivel de alarma es mayor si se considera el escenario en que se dio: la apertura del Foro de París por la Paz, que arrancó el lunes y culmina hoy en la capital francesa.

Producto de una iniciativa público-privada de la que hacen parte Estados, ONG, empresas, fundaciones, organizaciones filantrópicas, agencias de desarrollo, grupos religiosos, agrupaciones comerciales, universidades, centros de estudio y representantes de la sociedad civil, este foro fue celebrado por primera vez el año pasado y tiene como objetivo abrir una discusión amplia sobre los principales y más urgentes problemas globales y plantear posibles soluciones. En esta ocasión, con más de seis mil participantes de todo el planeta, los debates han girado en torno a seis ejes: paz y seguridad, desarrollo, medio ambiente, nuevas tecnologías, economía incluyente y cultura y educación.

Visto esto último se puede entender la seriedad del diagnóstico realizado por el vocero del que es considerado el ente más poderoso del mundo. Y más aún porque Guterres fue particularmente crítico con el bloqueo en que se encuentra la comunidad internacional para poder resolver conflictos y preservar la paz. Por ejemplo, es claro para el alto funcionario y los analistas políticos de todas las latitudes que en un planeta que requiere más solidaridad y multilateralismo, lo que está primando es, precisamente, lo contrario: la defensa a ultranza de los intereses propios y el nacionalismo como eje de la política exterior, sobre todo a nivel de las grandes potencias.

Guterres también recalcó en otras de las grandes falencias de la política internacional el bloqueo geopolítico al interior del Consejo de Seguridad de la ONU. Para nadie es un secreto que este, sin duda una de las instancias más poderosas del planeta, se encuentra en una especie de punto muerto por la contradicción permanente entre las cinco potencias que tienen allí asiento permanente. Y ello, precisamente, es lo que ha dado lugar a accionar unilaterales de países o bloques de estos, mientras que Naciones Unidas se muestra apenas como un espectadora impotente, cuya poder de convocatoria y credibilidad es cada día menor, sobre todo de cara a conflictos armados y crisis humanitarias nacionales o trasnacionales que suman a diario centenares o miles de víctimas directas e indirectas.

Pero la cuestión no termina allí. Para Guterres, en una afirmación que debería abrir una reflexión global de amplio espectro, es claro que el mundo se está fracturando y que el statu quo es insostenible. “Vemos aparecer el peligro de una fractura económica, tecnológica y geoestratégica (…) Debemos esforzarnos para evitar esta gran fractura y preservar un sistema global: una economía universal que respete el derecho internacional; un mundo multipolar con instituciones multilaterales sólidas”, precisó en la apertura del Foro de París, insistiendo en los riesgos asociados a la propagación de las tensiones internas o regionales, la creciente interdependencia de los conflictos, las nuevas formas de terrorismo global e incluso la proliferación nuclear.

Ahora bien, más allá del diagnóstico, que es coincidente con muchos otros análisis, lo importante es si hay margen de acción para ir más allá y empezar a tomar medidas que permitan volver a dinamizar la acción de la comunidad internacional y de la propia ONU. Y ello sólo sería posible en la medida en que se adopte una hoja de ruta para enfrentar los cinco grandes riesgos globales que Guterres señaló en el Foro de París como prioridades para viabilizar un futuro de paz y desarrollo sostenible e incluyente.

Esos cinco retos empiezan por revertir la fractura mundial ya mencionada. El segundo parte de avanzar hacia la firma de un contrato social que frene la ola de manifestaciones en todo el mundo. En tercer lugar está la necesidad de combatir la pérdida de solidaridad, sobre todo de cara a los sectores más vulnerables como minorías, refugiados, mujeres y niños, que son blanco de exclusión socioeconómica, xenofobia, discriminación y otros flagelos. No menos importante es el cuarto desafío: una estrategia más eficiente para disminuir el efecto devastador del cambio climático. Y, por último pero de trascendental impacto, está la obligación de cerrar la fisura tecnológica, ya que si bien los progresos en este campo generan muchas posibilidades, también hay consecuencias que deben precaverse en los campos educativo, laboral y social, entre otros.

Obviamente afrontar una agenda de este calibre no es nada fácil y menos aún en un mundo con un escenario geopolítico tan complicado como el actual. Sin embargo, es evidente que debe empezarse a tomar medidas porque el actual rumbo no es nada bueno y, lo que es peor, todos lo sabemos.