- Reelección y presidencia del BID en el trasfondo
- Los grandes beneficios con el Plan Colombia II
Nuestro país es, sin duda, el aliado estratégico más importante que tiene Estados Unidos en la región. Eso explica y justifica, a todas luces, la iniciativa “Colombia Crece” -denominada también Plan Colombia II-, que se lanzó esta semana en Bogotá con la presencia de una delegación de alto nivel de Washington.
La estrategia tiene enorme importancia. Su primer componente -Desarrollo vía proyectos de energía e infraestructura- busca identificar oportunidades de inversión para empresas privadas estadounidenses y cooperación mediante asistencia técnica. Todo ello con el fin de aumentar la participación extranjera en temas como las autopistas 5G, salud, infraestructura social y energía solar, entre otros. También impulsará una línea de apoyo técnico para depurar y perfeccionar procesos de contratación de grandes obras, de manera que resulten atractivos para las mejores empresas a nivel global, incluidas, desde luego, las de Estados Unidos.
Sorpresivamente la administración Trump -que, como los gatos, ha pasado con frecuencia del arrumaco al arañazo en sus relaciones con Latinoamérica- lanzó el programa “Regreso a las Américas” e hizo de Colombia uno de sus protagonistas. Busca relocalizar la cadena de suministros de empresas norteamericanas desde Asia hacia Latinoamérica. Nuestro país ya venía trabajando en esa línea para atraer a compañías estadounidenses que estudian trasladarse, para lo cual valen mucho ventajas nuestras, como la cercanía geográfica y el TLC.
El tercer elemento, la Iniciativa de crecimiento entre Estados Unidos y Colombia, es un proyecto comprensivo e integral para promover el desarrollo económico social en las zonas rurales afectadas por economías ilegales y violencia. Ofrece alternativas a los cultivos y economías ilícitas en 120 municipios de Programa de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET), donde están concentrados el 95 % de los sembradíos ilegales. Por ello, la Corporación Financiera de Desarrollo Internacional de los Estados Unidos (DFC) ofrece financiamiento hasta por cinco mil millones de dólares en préstamos y garantías, un aporte que también busca convocar más capital proveniente del sector privado.
Estados Unidos es, de lejos, el mayor inversionista en Colombia. Fueron 39.190 millones de dólares entre los años 2000 y 2019. El Plan Colombia, diseñado y puesto en marcha por los presidentes Pastrana y Clinton, ha sido importante en la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo, y a través del mismo Washington ha aportado doce mil millones de dólares.
Pero, como indica un proverbio muy popular en Estados Unidos, “no hay almuerzo gratis”. El derrotero de las relaciones de Trump con Latinoamérica ha sido de altibajos. Utilizó la estigmatización de los inmigrantes mexicanos y la propuesta de construir un muro fronterizo -pagado por ellos-, para impulsar mediática y políticamente su primera candidatura. Y desde que es Presidente ha transitado de la indiferencia de los primeros tiempos a la hostilidad, en especial contra México (llegó a llamarlo “el país más peligroso del mundo”) y Centroamérica, específicamente el "Triángulo Norte" -Honduras, Guatemala y El Salvador-, canteras principales de la emigración ilegal.
Sin una estrategia clara en la relación han sido visibles varios desencuentros de la Casa Blanca con Latinoamérica. Esa pugnacidad abrió espacios a China, que siempre ha mostrado interés político y económico en el subcontinente y ahora es socio comercial de mucho peso en varios de sus países.
Hoy por hoy hay una nueva fuente tensión en torno de la candidatura de Mauricio Claver-Corone, asesor especial de Trump para América Latina, a la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo, que desde la fundación, en 1959, ha sido ocupada por latinoamericanos (y la vicepresidencia por estadounidenses). Es un movida desafiante que contaría a la fecha con el apoyo de 17 de los 28 países miembros, pero otros, como Argentina, México, Costa Rica y Chile, están en contra de quebrar la tradición y promueven al aplazamiento de la elección, de septiembre de 2020 al primer semestre de 2021, después de los comicios de Estados Unidos.
En el fondo es otra expresión de la disputa hegemónica con China, que es la principal fuente de recursos para muchos países. Colombia, aliado principal de Estados Unidos en el combate al régimen de Venezuela, con una amplia agenda de responsabilidad compartida en la lucha antidroga y antiterrorista, ya formalizó y ratificó su apoyo a la candidatura de Claver-Corone.
En la actual campaña Trump ha vuelto a su discurso contra los inmigrantes y retomó el tema del muro, que por cierto no ha terminado. Pero el asesor de Seguridad Nacional, Robert O’Brien, y sus demás delegados hablaron esta semana en Colombia del Marco Estratégico del hemisferio occidental como “la primera estrategia liderada por la Casa Blanca para América Latina, en más de 15 años”, en la cual se enmarcan los beneficios que recibirá nuestro país.
Zanahoria y garrote, esa ha sido en definitiva la trama de las relaciones de Trump con Latinoamérica y que circunstancialmente nos favorecen. La proyección y los desenlaces definitivos se darán en las elecciones de noviembre cuando sabremos si ese y muchos otros temas trascendentales para la humanidad quedarán en manos de Trump II o de Biden I.