* No confiarse en reducción de contagios y muertes
* Acelerar vacunación y no relajar la bioseguridad
Si bien en la batalla diaria de Colombia contra la pandemia se han venido ganando algunas batallas, es claro que esta ‘guerra’ sanitaria está lejos de terminar. De hecho, el propio Ministro de Salud advirtió el viernes pasado que los análisis señalan que la eventualidad de un cuarto pico de covid-19 es real.
Claro, resulta esperanzador para todo el país que la curva de contagios y decesos por el coronavirus lleve un mes en franco descenso. Por ejemplo, este fin de semana se bajó de los 3.000 casos diarios nuevos reportados, lo que no ocurría desde finales de febrero. Igual, desde marzo no se lograba que el número de fallecidos cada 24 horas fuera inferior al centenar.
De igual manera, es innegable que el Plan Nacional de Vacunación avanza a buen ritmo. El último reporte da cuenta de casi 33,2 millones de dosis aplicadas y de 14,2 millones de colombianos con los esquemas de inmunización ya completos. Es más, este fin de semana se dio vía libre a administrar los biológicos a los niños de entre 12 y 18 años, una etapa que en muchos países de América Latina y el Caribe todavía tardará en implementarse. Incluso se aprobó una dosis de refuerzo para personas imnunosuprimidas, es decir con enfermedades que afectan gravemente su sistema de defensas.
Todo lo anterior es positivo, sin duda alguna. Pero no por ello se puede dejar de lado que con más de 124 mil personas fallecidas y 4,8 millones de contagios, Colombia continúa en la parte alta de los países del continente más golpeados por la pandemia. Tampoco que desde hace tres semanas se detectaron los primeros casos de la variante “delta” del covid-19 en Colombia, que por su alto poder de transmisibilidad representa un peligro epidemiológico de marca mayor. De hecho, esta mutación es la que prendió de nuevo las alertas en Estados Unidos, Europa, Israel y otros países, pese a que tienen porcentajes de vacunación mucho más altos que los de nuestra nación hoy por hoy. La necesidad de contener nuevos brotes ha llevado, incluso, a reinstalar restricciones a la movilidad social así como el uso obligatorio del tapabocas y otras medidas básicas de bioseguridad que se habían desmontado meses atrás.
Precisamente por la amenaza que representa “delta” es que fue necesario elevar la meta señalada para alcanzar la llamada “inmunidad de rebaño” en Colombia. En febrero se pensaba que al llegar a los 35 millones de nacionales vacunados (75% de la población nacional) el virus pasaría de la etapa pandémica a la endémica, pero ahora se requiere, por lo menos, inmunizar a 45 millones (90%) para que se produzca una tangible reducción de la velocidad de contagio del covid-19 así como para evitar la evolución de los nuevos casos a hospitalizaciones y decesos de los infectados.
A lo anterior se suma el riesgo que representa que una fracción de personas mayores de 40 años, que ya debería tener su esquema de vacunación completo, no ha cumplido con este requisito, desoyendo no solo el sentido común sino los recurrentes llamados de las autoridades sanitarias. Esto pese a la advertencia de que casi el 80% de las personas que estuvieron en UCI durante junio afectadas por el covid-19, no se habían inmunizado teniendo derecho a hacerlo desde hace tiempo.
Esta es una circunstancia bastante complicada. Si bien en otros países se explica por la fuerza creciente de los llamados movimientos “antivacuna”, en Colombia estos son apenas incipientes, y lo que se ve más es pereza, desinterés e irresponsabilidad absoluta en muchas de las personas renuentes a acudir a los puestos de inmunización, en donde los atienden sin cita previa. A todos ellos habría que recordarles una impactante advertencia el fin de semana del director de Promoción y Prevención del Ministerio de Salud, respecto a los mayores de 50 años y personas con comorbilidades que no se han vacunado: "a la población susceptible, o la encontramos nosotros, o la encuentra Delta".
En ese orden de ideas, el plan de contingencia continúa basado en una trilogía de acciones: mantener al máximo los protocolos de bioseguridad y distanciamiento social; aumentar la eficiencia del sistema de rastreo de casos positivos y el aislamiento de las personas que pudieron estar en contacto con ellos; y agilizar el Plan Nacional de Vacunación, comprobado como está que los ya inmunizados tienen baja probabilidad de enfermarse gravemente de covid-19 o de, lamentablemente, fallecer. Una estrategia tripartita que se hace más urgente ahora que se anunció una segunda temporada invernal drástica, con fenómeno de “La Niña” a bordo, lo que aumentará el pico de enfermedades respiratorias, factor acelerador de este coronavirus.
Como se dijo, no hay que bajar la guardia porque la “guerra” contra la pandemia continúa.