Tremores de la encuesta
*Liberado el gobernante
*Se avista al llanero solitario
La encuesta Ipsos de Napoleón Franco, contratada por RCN y Semana, muestra que la imagen favorable del presidente Santos se sitúa en un 29 por ciento frente a un 67 por ciento desfavorable. En cuanto a la pregunta sobre la determinación del público por votar su relección, cae en un 19 por ciento y el voto negativo sube a 77 por ciento. Ese 77 por ciento es el que a estas alturas del final de su gobierno suscita los mayores interrogantes entre los analistas políticos y los interesados. Entre otras cosas, indica que los sectores conformistas, por compromisos partidistas y naturalmente proclives a apoyar su gobierno, la masa burocrática y la multiplicidad de agentes que están por el statu quo consideran, por ahora, que no debe ir a la relección y acarician otras posibilidades electorales. Lo anterior quiere decir que, incluso entre los que apoyan la gestión del Jefe de Estado, viene creciendo un grueso porcentaje que se inclina por otra fórmula... En el entendido de que la opinión de los pueblos es mutable y cambiante, más en nuestro país, algunos intuyen que dentro de un panorama más optimista, de ocurrir algunos hechos positivos en las negociaciones de paz podría remontar a última hora la pesada colina que le devuelva la popularidad. Se dan pocos casos de esa naturaleza, que suelen estar acompañados del desempeño espectacular de los ministros, de alguna súbita bonanza económica, como por ganar una guerra o por equivocaciones mayúsculas de sus adversarios. Incluso en el caso de triunfar en combate, como lo hizo el presidente Bush (padre) en Irak, el pueblo norteamericano no lo reeligió.
¿Qué tiene de bueno y de negativo la caída en los sondeos del gobernante? Entre lo positivo el inquilino de la Casa de Nariño puede redimensionar su política. Se libera de estar pendiente de los altibajos de la opinión pública. El más antiguo de los estrategas chinos estima que el gobernante superior no vive pendiente del qué dirán ni de la popularidad, emancipado de aduladores interesados y de presiones indebidas, como del aplauso momentáneo del vulgo, es cuando aprovecha la crisis para remontar vuelo como las águilas y emprender las más grandes reformas. Como el pensador chino hizo su planteamiento en tiempos en los cuales los gobernantes tenían un poder absoluto, en un país donde se debe contar con el Congreso y las Cortes, es preciso tomar grandes resoluciones y no dejarse enredar en minucias. Para avanzar debería trazar las grandes líneas de su política realista y rodearse de notables ejecutores, que es la especie más rara en nuestro medio. El camino está expedito para una gran acción de gobierno. Con la ventaja de que la coalición de poder que lo respalda es más fuerte que los sectores de la oposición unidos en el Congreso, con las elecciones que se avecinan podría mantener una mayoría similar o mayor en el Congreso como la que obtuvo la señora Merkel en Alemania.
Es evidente y contribuye a la autocritica, que la precipitación con la que el Presidente salió a plantear la decisión oficial, después de casi un año de espera por defender nuestra soberanía frente al fallo inicuo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya, casi al siguiente día de la encuesta Gallup, que mostró la primera caída, por lo mismo no consiguió el efecto que se esperaba. Quizá el Gobierno había sido demasiado dubitativo y lento en sus reflejos al defender con ardor y alinear a las masas en la defensa de nuestra soberanía en el archipiélago de San Andrés, así como de los derechos milenarios de los isleños colombianos frente al expansionismo abusivo de Mangua. Lo mismo se repite en la pasada intervención en la ONU, donde pudo ser más dramático y afirmativo. La injusticia y el estropicio que causó el fallo de La Haya afectaron no solamente a Colombia, sino a terceros países como Panamá, Costa Rica, Jamaica y otros, incluso de manera indirecta enrarece los acuerdos de Colombia y Estados Unidos, por combatir el narcotráfico y el contrabando en esa zona estratégica.
El hecho mismo que el exministro Germán Vargas Lleras, figure con el 15 por ciento de ventaja sobre Juan Manuel Santos, corrobora los efectos del desgaste de estar en el poder, puesto que siendo un continuador y defensor insobornable de la candidatura del gobernante, al actuar sin la presión burocrática de cuidar la imagen se refresca y aparece como una suerte de llanero solitario de la política, en momentos en los que se produce una crisis de candidatos que puedan movilizar a las masas en tiempos turbulentos, así tengamos elementos capaces y bien intencionados que se mueven en los círculos sociales y recintos cerrados.