Todo o nada de Milei… | El Nuevo Siglo
Lunes, 11 de Diciembre de 2023

* Desafío de la hiperinflación

* Plan de choque vs. gradualismo

 

Cuando muchos pensaban que el discurso de posesión del presidente de Argentina, Javier Milei, sería un panfleto con las más extremas y aparatosas consignas de campaña, resultó una pieza ilustrativa, con énfasis en la economía y algo en la seguridad.

El discurso ha gustado a muchos, y a otros ha causado gran curiosidad. Y no es para menos: desde el punto de vista formal fue una alocución que se sale de los moldes comunes.

Ante todo, se distinguió por la franqueza llevada hasta límites sorprendentes. Todos los males de la nación argentina, empezando por los económicos, fueron presentados de la manera más sincera y descarnada posible, por el abanderado de la libertad, como se denomina Milei.

Y esto llamó la atención a la mayoría de los argentinos, cansados de los fracasos y del clientelismo de estilo peronista, en particular en los últimos veinte años de los gobiernos de los esposos Kirchner y del saliente presidente Fernández. Pero, en especial, desesperados por una inflación que ronda el 150% a la fecha del cambio de gobierno, sobre lo cual Milei previno de antemano un ascenso en los próximos meses.

De otro lado, sobre la dolarización a que se refirió con insistencia durante su campaña, Milei guardó silencio pues, desde la óptica técnica, para lograrla, se requiere de una base monetaria equivalente en dólares a la que está en circulación en pesos. Pero Argentina no cuenta con reservas en moneda extranjera de aquella magnitud. Por tanto, el primer mandatario debe esperar antes de adentrarse por este azaroso camino. Tal vez por eso el tema no fue mencionado.

En todo caso, Milei no prometió ríos de leche y miel como suerte de corto ni mediano plazos: por el contrario, anticipó que serán tiempos de privaciones supremamente duros, sin embargo, al cabo de los cuales se vería la luz al final del túnel.

Quizá lo más llamativo del discurso fue su renuncia total a cualquier tipo de gradualismo en el ajuste económico y anunció que se inicia un plan de choque sin cuartel y aguas tibias. Tomará medidas inusitadas, todas con un alto precio inmediato, pero asimismo orientadas a volver a hacer de Argentina un país próspero y viable. A semejanza del lugar destacado que ocupó en otros tiempos.

La apuesta esencial es, desde luego, la lucha frontal contra la inflación. Que, como dijo el nuevo jefe de Estado, va camino a convertirse más pronto que tarde en un fenómeno de cuatro dígitos. Es decir que el país que entra a dirigir está al borde de una espiral hiperinflacionaria si no se hace una cirugía profunda y rápida en materia económica.

En esa vía la primera operación es, por supuesto, una tajante reducción del gasto público, a lo largo de los años financiado con recursos de emisión del Banco Central, entidad que incluso Milei se dispone a eliminar. De hecho, su primera acción de gobierno fue reducir de 18 a nueve ministerios, como había prometido y fue ampliamente votado. A decir verdad, el Estado paquidérmico, ineficaz y desenfocado de Argentina, heredado del peronismo, es el gran problema a resolver, con un costo superior al 45% del PIB y el entrampamiento de la inversión pública.

Por su parte, el discurso estuvo repleto de datos estadísticos escalofriantes que muestran la dramática situación que allí se padece. En síntesis, imaginemos, en relación con Colombia, un presupuesto que asciende a 502 billones de pesos, para la vigencia del año entrante, en que 350 billones hubieran sido financiados con emisiones del Banco de la República. Y así todos los años. Allí está el germen de la carestía galopante que sufre el país austral y que prácticamente ha llevado a la economía diaria de los argentinos al trueque.

Puede decirse que allí también encontramos una lacerante enseñanza del abismo a que puede conducir un Banco Central que no es independiente del ejecutivo. En nuestro país mantiene la autonomía y es uno de los grandes logros de la Constitución de 1991, aspecto que siempre es preciso defender con coraje. De suyo, el costo de vida lo primero que produce es pobreza y si este es desenfrenado, como en Argentina, los resultados por descontado son más dolorosos e insólitos. Asimismo, la sensación de empobrecimiento en todos los flancos de la sociedad lleva a la melancolía y el fracaso.

Si la nación gaucha se da la pela de cerrar los grifos del Emisor para cauterizar la inflación, es entendible que los próximos meses serán cuando menos ásperos y habrá muchos sectores a los cuales les será difícil entender la lógica de todo lo que va a intentar el nuevo gobierno. Pero así lo exige la dinámica de escoger la ruta de un plan de choque y no aposentarse en las plácidas aguas del gradualismo.

Sin duda, el drástico apretón comportará grandes sacrificios y enconados embates de la oposición, en el Congreso y las calles, en el futuro próximo. Pero puede tener también recompensas en el mediano y largo términos. Esto si Milei, en verdad, logra reorientar la economía argentina hacia la senda de prosperidad y estabilidad a la que tiene derecho. Y de la que nunca debió extraviarse.