Es inaudito que en pleno siglo XXI, tercer milenio, de grandes avances de la ciencia, ocurran hechos terribles que van en contra de elementales normas y nociones de la libertad, la autodeterminación y el libre albedrío. No obstante los avances de la civilización, existen países y regiones del mundo en los que imperan costumbres o tradiciones quizá de épocas antiguas de esclavitud y aherrojamiento del ser humano. En diversos países, en especial de África, también en comunidades indígenas en distintas partes del planeta. Una práctica cruel, peligrosa y que claramente atenta contra la integridad y la salud de las mujeres, es la ablación. Se les hace a las niñas, generalmente con métodos bárbaros que ponen en alto riesgo la vida de quienes son sometidas a ese rito macabro.
En otras regiones del mundo como ciertos países árabes, hay restricciones que afectan a las mujeres, como no ir solas a espectáculos públicos, llevar velo y otras exigencias derivadas de cuestiones religiosas. En Pakistán grupos radicales se oponen a la educación de las mujeres. Precisamente la actual líder Malala Yousafzai, joven paquistaní que libra cruzada por la educación femenina, fue víctima, cuando aún era una niña, de un ataque de extremistas contra la educación de las mujeres.
Ahora un hecho aberrante se registra en Nigeria protagonizado por la secta fanática islamista Boko Haram que secuestró a más de doscientas jóvenes entre 15 y 18 años y amenaza con venderlas. Esta facción radical se opone y condena la educación que tenga alguna similitud con la que se dicta en Occidente.
Por fortuna en esta oportunidad hubo reacción de la comunidad internacional, encabezada por Estados Unidos, que envió un grupo de investigadores, que incluyen a expertos del FBI y el Ejército al país africano para colaborar en la búsqueda y el rescate de los dos centenares de menores raptadas por la secta Boko Haram. Esta cooperación ha sido aceptada por el Presidente de Nigeria. En Estados Unidos hace varios años le hacen seguimiento a la secta y se han propuesto neutralizarla.
A Washington se han unido diferentes países, entre ellos España, Gran Bretaña, con especialistas que colaborarán con el FBI. Francia, Canadá y China también se han sumado a esta cruzada para exigir la liberación de las jóvenes nigerianas. En la ONU, el secretario general, Ban Ki-moon, manifestó su repudio por la bárbara acción de la secta y su pesar a las familias de las secuestradas y al gobierno nigeriano.
El secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, expresó que ‘todo el mundo debería no solo condenar esta infamia sino hacer todo lo posible, para neutralizar la secta”.
Es muy positivo que en una situación como esta surja espontánea la solidaridad mundial para atender el llamado de las madres nigerianas que claman por la libertad de sus hijas.
Lo acaecido en Nigeria ha producido conmoción mundial y despertado sentimientos de rechazo unánime a semejante atropello contra la dignidad de la mujer. La retención de las jóvenes nigerianas es un acto que no tiene precedentes. Es importante que se tomen determinaciones concretas que neutralicen la amenaza que representa la secta Boko Haram, no solo para las mujeres de Nigeria sino para el Gobierno y toda la población del país africano. Es preciso aprovechar esta coyuntura en la que toda la comunidad internacional parece estar dispuesta a ayudar a las niñas nigerianas a recuperar su libertad, para liberar también a Nigeria de la influencia de este nefasto grupo radical.