Más allá de la óptica morbosa con que el caso fue tratado por muchos colombianos, sobre todo en las redes sociales, lo cierto es que el escándalo días atrás por la difusión de las imágenes de una joven mujer en una estación de Policía en Cali, que se desviste frente a los uniformados y algunos presos, pone de presente que, lamentablemente, muchos de los integrantes de la Fuerza Pública no parecen estar conscientes de que hay actitudes y procederes que simple y llanamente ya no se permiten ni toleran.
La mujer, según los testimonios, había sido detenida tras una riña y estaba alicorada, por lo que fue conducida a la estación y allí esposada por los uniformados a una ventana. Sin embargo, de un momento a otro se generó una situación confusa en que ella, de profesión modelo, pareciera que es alentada a mostrar sus partes íntimas, siendo grabada por algunos agentes desde sus teléfonos celulares y en medio de la algarabía de los otros detenidos.
Desde el mismo momento en que las imágenes se viralizaron fue claro que las miradas acusadoras recayeron sobre los uniformados que no sólo debieron haberse abstenido de grabar semejante situación, sino además impedido el hecho, fuera o no la protagonista consciente de sus actuaciones. Era apenas claro que se trataba de una circunstancia que afectaba la dignidad de la joven y hay protocolos conocidos por todos los agentes para saber cómo reaccionar ante este tipo de situaciones, incluso acudiendo a personal femenino para hacerse cargo.
Al final del caso, el viernes pasado se informó de la destitución de un policía y la investigación a cuatro más. Al mismo tiempo la institución anunció que reforzará los protocolos en todo el personal sobre el respeto a la dignidad femenina.
Sin embargo, lo que más causa preocupación es que siendo tan evidente la anomalía y tan recurrentes los casos en donde se han aplicado sanciones ejemplarizantes contra quienes atentan contra la dignidad de las mujeres, un grupo de uniformados, es decir de quienes son los llamados a aplicar la ley, haya incurrido en semejante falta y hasta difundido las imágenes, cuando era apenas obvio que en cuestión de horas serían puestos en evidencia y castigados. Una falla tan garrafal da mucho que pensar sobre la formación policial.