La problemática política y de gobernabilidad en el vecino país se torna imparable y se agrava cada día, al tiempo que la economía muestra signos de fatiga y las protestas ciudadanas en las calles aumentan. La crisis empeoró ayer puesto que tras varias semanas de agitadas manifestaciones populares contra la corrupción en Petrobras, la justicia se vio precisada a ordenar la detención del tesorero del Partido de los Trabajadores (PT), colectividad a la que pertenece la presidenta Dilma Rousseff y su antecesor Lula Da Silva. La captura fue determinada por el juez Sergio Moro, quien investiga el más escandaloso caso de pago de sobornos en Brasil, que compromete a las figuras más representativas del PT. Junto con el tesorero Joao Vaccari fue detenida la cuñada del secretario de Finanzas del PT, Marice Correa. El cerco de la justicia a los involucrados en este caso se estrecha día a día y la cúpula del PT está contra las cuerdas. Ello ha influido de manera directa en la caída de popularidad de la Presidenta, que escasamente cuenta con un 18 por ciento de apoyo, en su mayoría elementos de la burocracia partidista que la apoya. La Policía Federal anunció que seguirán las detenciones sin importar el rango de los que han violado la ley, tanto del sector privado como de las antes intocables empresas de los grandes contratistas del país. Petrobras se encuentra a media máquina, en tanto se conocen a diario los nombres de los directivos y exdirectivos comprometidos en los desfalcos tanto a nivel local como en el exterior. Aun así las capturas no consiguen calmar a las turbas que organizan marchas indignadas por lo que consideran un engaño electoral al que se les sometió con cifras amañadas sobre los avances de la economía del país. Incluso, cada día es mayor la presión sobre el Congreso con el fin de ir a una revocatoria del mandato presidencial, que de dividirse el PT sería inevitable. De allí que el Gobierno mueva todas sus fichas para impedir que eso ocurra y mantenerse en el poder. Se especula que si el juez llama a Lula a declarar, de inmediato el PT cerrará filas para impedir la defenestración de su jefe, lo que salvaría en el Congreso a la Presidenta.