La crisis en el archipiélago de San Andrés y Providencia por la baja sensible en el flujo de turistas es preocupante. Las causas van desde la salida de servicio de la mayoría de aerolíneas de bajo costo que cubrían ese destino, pasando por el valor de la tarjeta de entrada a la isla, hasta los precios de los hoteles, restaurantes y otros cargos.
Los empresarios y autoridades locales advierten que esta situación viene agravándose desde hace varios meses, al punto que los índices de viajeros y de ocupación hotelera han caído de manera progresiva. Las imágenes de playas casi desocupadas, hoteles con poca afluencia de huéspedes y los testimonios de quienes derivan su sustento diario de las actividades turísticas son a cuál más dramáticos.
No hay que olvidar que el archipiélago ha tenido muchos altibajos en esta década. Desde el impacto de la crisis pandémica a comienzos de 2020 hasta el efecto devastador del huracán Iota a finales de ese mismo año. A ello se sumó el largo y controvertido proceso de reconstrucción de parte de la isla, sobre todo en cuanto a los centenares de casas e infraestructura vial y de servicios destruidas por los fuertes vientos.
Luego vendría la crisis de las aerolíneas de bajo costo, siendo claro que San Andrés terminó siendo uno de los destinos más afectados por la salida de servicio de estas empresas. De hecho, en abril de 2023 fue necesario activar un plan de contingencia para evacuar a centenares de pasajeros que habían quedado varados en la isla tras la decisión de Ultra Air de suspender sus operaciones.
Desde entonces, se ha venido urgiendo desde la isla un plan de largo aliento para reactivar el flujo de viajeros. El gobierno ha movilizado recursos para ayudar a la cadena turística en la isla. Las aerolíneas que continúan vigentes han señalado que preparan ofertas para ofrecer en determinadas circunstancias y fechas. Las autoridades locales anuncian que trabajan en algunas rebajas para aplicar en la tarjeta de entrada de los viajeros así como en otro tipo de incentivos para atraer más visitantes nacionales e internacionales. La cadena hotelera también está en la misma tónica.
Lo único cierto es que en estando ya en la temporada alta vacacional de mitad de año todas estas medidas resultan un poco tardías. Se debió activar una estrategia de respuesta integral con mayor antelación de forma tal que para esta época ya estuviera en plena aplicación en un territorio en donde las fuentes de empleo e ingresos por actividades que no tengan nada que ver con el turismo son muy escasas.