* Los héroes universitarios
* Acuerdo por la democracia
Hemos seguido con suma atención las marchas de solidaridad y de protestas estudiantiles en Venezuela por lo que consideran la arbitraria detención de algunos de sus dirigentes, que degeneró en choques callejeros por cuenta de contramanifestaciones, a las que convocó el Gobierno el mismo día en distintas ciudades, para contrarrestar los efectos propagandísticos de la resistencia juvenil. El impecable profesionalismo con el que minuto a minuto transmitió NTN24, mostró la mezcla de entusiasmo, la airada frustración y anhelos de libertad y esperanza, que unen a los universitarios de extremo a extremo de ese país. Hasta ese momento las protestas de otros sectores de la sociedad, incluidos los sindicatos y las asociaciones patronales, habían sido acalladas brutalmente por la fuerza. Se especulaba que lo mismo pasaría con los jóvenes, que en días anteriores cuando convocaban a las marchas, fueron de forma salvaje golpeados por fuerzas de seguridad, como se pudo apreciar por la televisión. Previamente a las marchas estudiantiles el Gobierno y la dirigencia oficial desde la Asamblea Nacional, acusaron a los estudiantes de intentar desestabilizar el sistema. Y el presidente Nicolás Maduro fue más lejos al proclamar públicamente que los jefes de los jóvenes opositores apelarían a la violencia.
Lo que se ha observado en las distintas ciudades venezolanas en las que se convocó a las marchas de protesta es a jóvenes inermes, algunos portando sus libros bajo el brazo, coreando consignas adversas al régimen en un estado de ánimo, inicialmente, festivo y de desafío a las amenazas oficiales. La confianza estudiantil se fortalecía minuto a minuto, en la medida que se agigantaban las marchas por la movilización masiva de los estudiantes de las más diversas clases sociales, que rechazaban la prisión injusta de sus dirigentes y denostaban contra los agentes del régimen que se movían armados y amenazantes al compás de la muchedumbre opositora, para amedrentarlos, lo que esta vez no consiguieron. En Caracas las airadas manifestaciones se dirigieron desde distintos puntos de la ciudad hacia la Plaza de Venezuela, en donde estaban Leopoldo López, María Corina Machado, punto al que arribó más tarde el excandidato presidencial Henrique Capriles. Los políticos arengaron a los estudiantes para respaldarlos en sus exigencias a favor de la liberación de sus compañeros de lucha, de la libertad y la democracia, como del efecto contagioso de la protesta nacional que era aplaudida con emoción por el pueblo en las distintas ciudades donde los jóvenes marchaban por las calles; el presidente Nicolás Maduro en una manifestación convocada por el partido del Gobierno sostuvo que se trataba “de un golpe de Estado en marcha”. La ciudad de Caracas se paralizó con las manifestaciones de repudio al régimen y las que respaldaban al Gobierno. Maduro insistió en culpar a la oposición del intento de golpe de Estado del cual responsabilizó a los caracterizados líderes de la oposición, a los que señaló de ser el “triunvirato del mal”. Esas palabras acusadoras que desde la tribuna lanzó el Jefe de Estado contra la oposición tuvieron efecto dramático sobre sus seguidores que en algunos casos se lanzaron en feroces ataques a mansalva dejando con sus armas numerosos heridos y confirmados tres muertos a bala.
Las autoridades judiciales o Ministerio Público, copadas por adictos al régimen, respondieron a las denuncias intempestivas del gobernante contra la oposición, con órdenes de captura y allanamientos sorpresivos a las sedes y hogares de los dirigentes estigmatizados, sin que se sepa por ahora de su paradero. La situación política en Venezuela se encuentra erizada de antagonismos y la polarización desigual, puesto que los gobiernistas cuentan con cerca de medio millón de milicianos armados, en tanto que la oposición estudiantil y adulta no tiene otra arma que la de la razón y el verbo, por cuanto los medios de comunicación están intervenidos y ni siquiera se permitió la transmisión imparcial de NTN24, que registraba los episodios tumultuosos que ocurrían en el país con inobjetable y riesgosa objetividad.
Lo que alcanzamos a ver por esas transmisiones de televisión es sobrecogedor, al observar a los pistoleros que de manera brutal y enardecidos por el odio disparaban contra la multitud, de milagro no se produjeron más muertes. No queremos que bajo ningún motivo corra más sangre de los civiles en el hermano país. Consideramos que es necesario que se convoque a la OEA o Unasur, para que intervengan cuanto antes con la finalidad de evitar un baño de sangre en Venezuela y propiciar un pacto sobre lo fundamental que salve la democracia, con miras a conseguir una tregua política que permita que el bravo pueblo, según lo previsto en la Constitución, decida en las urnas a la mitad del período presidencial sobre la continuidad o la revocatoria del régimen.