- Hacer uso racional de las excepciones
- Las avivatadas ponen a todos en peligro
La cuarentena general que ayer comenzó toda la población colombiana es un llamado a la autorregulación ciudadana. Las 34 excepciones en torno a las personas que sí pueden circular por vías y espacios públicos están claramente justificadas en el decreto gubernamental respectivo. Tanto el Presidente de la República como los ministros, altos funcionarios, gobernadores y alcaldes fueron partícipes en la definición de las actividades productivas, servicios públicos esenciales, profesiones y oficios prioritarios que deben seguir prestándose en medio del aislamiento social obligatorio determinado para poder frenar la curva de contagios y muertes producidas por el Covid-19.
Dichas excepciones están claramente dirigidas a que las familias colombianas que están confinadas en sus casas y demás sitios de residencia puedan abastecerse de alimentos y víveres de primera necesidad; contar con un sistema de salud que las pueda asistir no solo ante la emergencia por esta enfermedad viral sino frente a cualquier contingencia médica; hacer uso racional de los servicios públicos domiciliarios; disponer de mecanismos de comunicación telefónica y digital que le eviten salir de su residencia; realizar un teletrabajo eficiente; tener la posibilidad de adelantar trámites urgentes e inaplazables; pasar este tiempo de confinamiento con la seguridad de que la Fuerza Pública se encuentra operando de manera normal para que no haya alteraciones del orden público ni en la convivencia ciudadana… Ninguna de esas excepciones responde a un capricho sino que han sido cuidadosamente estudiadas, teniendo incluso como insumo primordial las medidas que se han aplicado, con éxito o no, en otros países a los que la epidemia llegó primero.
Tras lo ocurrido el martes pasado, cuando en no pocas ciudades y municipios se vio una gran cantidad de personas circulando por calles y espacios públicos, pese a las restricciones de movilidad que estaban vigentes, ayer, durante el primer día de la cuarentena general a nivel nacional, se pudo constatar un mayor nivel de acatamiento entre la ciudadanía a las normas sobre el confinamiento social. Sin embargo todavía no es suficiente para enfrentar la grave emergencia sanitaria que el país está atravesando, más aún porque apenas estamos en la primera fase de la curva epidemiológica y solo en dos o tres semanas se daría su pico más alto.
En ese orden de ideas, se requiere de una mayor concientización de las familias en torno a la recomendación básica y vital: entre menos salga de su casa, menor riesgo de contagio del coronavirus. Una precaución sencilla pero fundamental ya que deriva en la protección no solo del individuo y su núcleo familiar sino del resto de la comunidad adyacente. Se equivocan grave y peligrosamente las personas que acuden a tretas y avivatadas para poder saltarse las normas de la cuarentena y circular por las vías y espacios públicos sin hacer parte de ninguna de las actividades y oficios exceptuados. Es imperativo hacer entender a todos los hogares que esta clase de infracciones va más allá de violar las normas del aislamiento social impuesto por el Gobierno y, en realidad, así suene un poco extremo decirlo, constituye un acto absolutamente irresponsable, que podría llegar a ser casi suicida en algunos casos.
Es claro que no se puede destinar un policía o un integrante de las Fuerzas Militares para que esté controlando cada cuadra y vía de un país que tiene más de 1.100 municipios y buena parte de su población ubicada en zonas rurales y semiurbanas. Así las cosas, solo la consciencia y autorregulación de las familias sobre los factores de riesgo que implica violar las normas de la cuarentena llevarán a que la escala de contagios no se dispare.
También es prioritario que las empresas y personas que si están dentro de las 34 excepciones hagan un uso racional y responsable del permiso de circulación y de actividad productiva o funcional que tienen. En la medida en que la ciudadanía que está confinada en sus hogares constate que quienes pueden salir a cumplir sus labores lo hacen de manera seria y sin incurrir en abusos ni sacando provecho de esta prerrogativa, se irá acatando y entendiendo de forma más natural y consciente que las restricciones son para el bien de todos y no generan ventajas para nadie en particular.
Obviamente las autoridades tienen la facultad de sancionar a quienes se encuentren violando las normas de la cuarentena, incluso con comparendos que bordean hasta el millón de pesos. Pero eso termina siendo un tema secundario ante el objetivo general y primordial del confinamiento social: la preservación de la vida y la salud de todos y cada uno de los colombianos. De allí el llamado a que respetemos las restricciones a la movilidad no solo porque lo ordena el Gobierno sino porque al hacerlo nos cuidamos y cuidamos a los demás.