* Se crece Romney
** Si las elecciones fuesen hoy ganaría
En definitiva queda claro que todo no está escrito en política sobre las campañas presidenciales en Estados Unidos, que suelen sorprender a expertos y politólogos. Cuando se lanzó a la reelección el presidente Barack Obama en mayo de este año, sus asesores daban por sentado que los republicanos no tenían una figura capaz de aglutinarlos, lo que facilitaba la posibilidad de la reelección del gobernante, incluso a pesar de no haber alcanzado a cumplir con sus promesas electorales en cuanto a recuperación económica de esa potencia. Ni siquiera surgió un aspirante con ganas de proyectarse a futuro que le disputara la candidatura en su partido al inquilino de la Casa Blanca. Y los comentaristas internacionales se inclinaron por repetir que todo favorecía al Gobierno y que los republicanos, lanzados a la disputa interna con varios aspirantes de distintas regiones, matices ideológicos y antagonismos religiosos, desconcertarían a un electorado huidizo. Le daban poco margen a Mitt Romney, por su condición religiosa y de millonario exitoso en tiempos de crisis económica. Había otros competidores republicanos conocidos, más influyentes, con mayor trayectoria política y respaldo partidista. Romney debió librar casi que en cada Estado de la Unión una batalla desigual con sus mismos compañeros de partido, que por entonces lo calificaban de poco dúctil, moderado y demasiado blando en sus criticas al Presidente.
Y ocurrió lo inesperado, el mormón se fue llevando por delante uno a uno a sus competidores, que no lo podían creer. Pronto recordaron que había logrado de manera inusitada la gobernación del Estado de Massachussets de mayoría demócrata y en diversas oportunidades dado notables muestras de acomodarse a situaciones políticas adversas. Su discurso se va afinando en la medida que avanza la campaña, a pesar de que el presidente Obama lo aventaja por ahora en cuanto a su imagen en el exterior y dominio de temas internacionales, como tantas veces ha ocurrido en la lucha por el primer cargo oficial de esa potencia es común esa ventaja de quien está en el poder. El vicepresidente Nixon durante la lucha electoral aventajaba a Kennedy, en los temas de política exterior, lo que no impidió que éste lo derrotara y que en su gobierno su figura se proyectara internacionalmente, en especial en nuestra región con la Alianza para el Progreso.
Los expertos señalan que el reconocimiento externo en esta etapa de la justa electoral no es decisivo, puesto que la opinión de los extranjeros buena o mala, poco influye en la elección. Lo que sí pesa son los resultados de la economía, en ese terreno el gobernante se mueve en aguas movedizas, ninguno de los aspirantes a la reelección ha conseguido en el último medio siglo las mayorías electorales con cifras en rojo en ese campo, similares a las que hoy rondan la campaña reeleccionista.
Eso lo sabe el presidente Obama, igual que sus asesores estratégicos y de imagen, que se lanzaron a una campaña desesperada para intentar cuestionar y desacreditar a Romney, por sus notables ganancias en sus negocios en tiempos de reveses económicos. Esa suerte de soterrada explotación de la lucha de clases, en vez de favorecer al Presidente, tuvo el efecto de bumerán, puesto que en EE.UU. la gran masa de la población cree en la posibilidad de la recuperación económica y de hacer fortuna. Lo mismo pasó con la amenaza de nuevos impuestos a los ricos, en un país en el cual el sueño de hacerse millonario lo acarician millones y millones de seres.
Y lo que más ha puesto a reflexionar a los estadounidenses independientes o indecisos es la afirmación del candidato republicano en la convención de su partido, de que no quiere que su país siga por el despeñadero de España, cuando aplicó las políticas de Rodríguez Zapatero. Por el contrario, la política energética de Romney le gana el aplauso republicano y de un creciente número de indecisos; se trata de buscar de nuevo la independencia energética, explotar el crudo propio, el gas y los grandes yacimientos de carbón existentes. Lo mismo que estimular las altas finanzas, atraer las grandes empresas de estadounidenses en el exterior y ofrecerles gabelas económicas para el retorno. Es esencial motorizar el empleo. Y, en particular se nota un claro giro al centro, en tanto su compañero a la vicepresidencia se dirige a los sectores radicales del partido cuyo voto es clave para ganar en los Estados más nacionalistas del país. Y como en política se vive de sorpresa en sorpresa, se puede decir que si las elecciones fuesen hoy en medio de la tormenta huracanada que azota la Florida ganaría Romney, que va adelante en las encuestas y que finalizada la convención republicana debe subir más. En este momento recibe mayores contribuciones en metálico que su contendor. Y sale de Tampa con un Partido Republicano monolíticamente unido en la lucha por llegar al poder.