Reinvención de Sarkozy | El Nuevo Siglo
Domingo, 29 de Marzo de 2015

El voto castigo en Francia

Frenada extrema derecha

 

Las  elecciones del 2014 marcan un hito en la historia reciente de Francia, ya que por primera vez, después de la segunda Guerra Mundial, la extrema derecha, capitaneada por  Marine Le Pen, hija del caudillo histórico del Frente Nacional (FN), consiguió una contundente victoria en las urnas. Los analistas y la prensa se mostraron pesimistas y advirtieron que el triunfo del FN en los comicios europeos sumía a los franceses en la incertidumbre y el retroceso político, antesala de la quiebra de la democracia. Algún diario tituló “Francia atónita” porque no alcanzaba a entender lo que acababa de suceder con la victoria de la  extrema derecha en una nación que es considerada como la representación política de la mesura cartesiana y cuna de la democracia moderna europea. Los galos quedaban, al decir de los pronósticos, atrapados en el laberinto de la decadencia y de sus contradicciones políticas. Incluso Le Monde señaló que “con  el 25,41% de los votos y 24 eurodiputados, el FN de  Marine Le Pen se ha convertido en el primer partido de Francia”.  

No hay que olvidar que parte de la explicación del triunfo del FN en las elecciones del 2014 se debe a la reacción de los sectores regionalistas y nacionalistas contra las políticas impopulares y los impuestos casi expropiatorios del gobierno socialista de François Hollande, que muchos consideraron iban contra los creadores de riqueza y empleo. También se dijo tras esos comicios que el conservador Nicolás Sarkozy había cavado su sepultura, puesto que apenas obtuvo el 20,77 % de los votos y 19 eurodiputados.

Con el correr de los meses tanto la centroderecha como la izquierda venían considerando como devastadora la posibilidad de un futuro gobierno de ultraderecha, dado que Le Pen seguía encabezando las encuestas para los comicios departamentales del pasado domingo y de ganarlos abría la opción presidencial para 2016.

Sin embargo, Sarkozy no se resignó. Cualquier otro dirigente, al sufrir tamaña humillación en las elecciones europeas, habría renunciado a seguir con la idea de volver al poder del Elíseo el próximo año. Y más aún después de que el gobierno socialista resolvió tratar de aniquilar para siempre al prestigioso político conservador, por lo que movió los hilos de la influencia palaciega para atormentar al expresidente con varias investigaciones y juicios que se especulaba lo podrían llevar a la cárcel o, cuando menos, anularlo políticamente. Es más, hasta las residencias del político y sus oficinas fueron allanadas por la Policía francesa. 

Fue así como los socialistas promovieron  juicios de alto calibre contra Sarkozy, cuyo gobierno había dejado las finanzas oficiales con superávit y el prestigio nacional muy en alto. En las pesquisas se conocieron no sólo interceptaciones telefónicas sino que se desató el escándalo por los retiros de grandes sumas de dinero de la cuenta de la rica heredera de L'Oréal. Hasta se entró a investigar el multimillonario aporte a su campaña de dineros del dictador libio Gadafi. Favorecimiento a encuestadoras contratadas por el gobierno y la presunta venta ilegal de armas a Pakistán, más cargos en su contra. Hasta se le obligó a comparecer a los estrados judiciales sin atender sus reclamos de fuero. En medio de las andanadas judicial y política, no pocos de sus amigos  abandonaron a Sarkozy y la soledad y la traición rondaban por sus toldas.

Lo que no esperaban sus contradictores es que el burdo complot no amilanó sino que despertó en el dirigente conservador su temperamento luchador, aquel de quien se crece en las dificultades, el mismo que se había como adormecido en medio de la adulación colectiva y los logros económicos y sociales durante su gobierno.

Valido de ese impulso, el expresidente se defendió como un león en los estrados judiciales y decidió también competir codo a codo por el liderazgo de su partido, algo que logró por la empatía con las bases de militantes que con su voto le permitieron derrotar a los barones electorales que pretendían arrinconarlo al cuarto de San Alejo de la política francesa.

Ahora, la victoria de su partido en las elecciones departamentales del domingo pasado le permitió a Sarkozy  frenar el impulso que parecía llevar a Le Pen a un triunfo presidencial en el 2016 y, al mismo tiempo, mostró lo que puede el voto castigo en un país de la madurez política de Francia, que condenó a la soledad al gobierno socialista. Si las encuestas electorales aciertan, la centroderecha arrasará en la segunda vuelta de los comicios locales que se efectúan hoy. Si ello pasa, se consolidaría como la primera fuerza municipal del país y se dispararía la opción presidencial de Sarkozy.