Por una reactivación segura | El Nuevo Siglo
Lunes, 15 de Junio de 2020
  • No se puede bajar la guardia sanitaria
  • Todo depende de la disciplina social 

Luego de tres meses de emergencia por la pandemia, la reactivación nacional es, junto a la preservación de la salud y la vida, objetivo prioritario. Si bien es cierto que estamos en una curva ascendente en número de contagios y de decesos por Covid-19, el país ya está en plena fase de Aislamiento Preventivo Inteligente, en la cual se busca permitir que una mayor cantidad de personas pueda circular por espacios públicos abiertos y reanudar gradualmente sus actividades productivas, aplicando de forma estricta los protocolos de bioseguridad y de distanciamiento social. En otras palabras, en esta segunda etapa del plan de contingencia la idea es convivir con la enfermedad viral, dejando atrás poco a poco esa primera estrategia en donde el fin principal era confinar a la mayoría de la población en sus casas para disminuir lo más posible el riesgo exponencial de infección.

Como lo reconocen todos los expertos nacionales e internacionales, Colombia es uno de los países que ha aplicado una de las cuarentenas más largas a nivel global, como lo prueba el hecho de que el Aislamiento Preventivo Obligatorio está rigiendo desde el 23 de marzo a nivel nacional. Ese confinamiento ha dado resultados ya que se logró aplanar la curva de casos positivos y de fallecimientos por causas asociadas a este coronavirus. Las estadísticas epidemiológicas son sustancialmente potables frente a lo que ha pasado en otras naciones de nuestro continente, sobre todo de América Latina, región que desde hace tres semanas está considerada como el epicentro de la pandemia, teniendo a Brasil como la zona más crítica.

Como todo el país lo ha experimentado, desde mayo pasado el Gobierno ha ido reactivando de manera controlada algunos sectores económicos, empezando por construcción y manufactura, sumando luego una parte del comercio a gran escala y, desde el comienzo de este mes, otras actividades y oficios fabriles, administrativos y de los rubros de bienes, productos y servicios. Ello ha permitido al país empezar a mejorar la dinámica empresarial y la generación de ingresos para las familias. De forma paralela el Ejecutivo, en trabajo conjunto con las gobernaciones y las alcaldías, ha venido perfilando los protocolos para autorizar en cuestión de días o semanas la reactivación de sectores como la educación, la aviación comercial, el transporte intermunicipal terrestre, los cultos religiosos, salones de belleza, la remodelación locativa, comercio al por mayor y al detal así como otro universo de oficios y trabajos que deben ir reanudando su dinámica de forma progresiva y controlada. También se ha permitido a los niños, jóvenes y adultos mayores un margen más amplio de tiempo fuera de la casa.

Como se ha reiterado en estas páginas: la cuarentena no ha terminado. Lo que se está haciendo es flexibilizándola bajo un criterio de regionalización y focalización. Es decir, ya no es una norma general, estricta y de ámbito nacional, sino que hay una apertura gradual y la normalización se hará con base en las realidades epidemiológicas de cada capital, municipio o departamento. Prueba de ello es que mientras en muchas poblaciones una serie de actividades prendieron motores desde el pasado 1 de junio, en ciudades como Bogotá, Cali, Barranquilla y otras sólo hasta mañana esos rubros podrán reactivarse, ya que sus alcaldes decidieron frenar la velocidad de la apertura debido a su particular situación sanitaria. De igual manera hay muchas localidades en donde seguirán vigentes, al menos hasta final de este mes, medidas de restricción a la movilidad como los llamados “pico y cédula”, “pico y género”, toques de queda e incluso la prohibición de que arriben turistas o viajeros. Este último punto es clave, ya que si bien hoy termina un puente festivo todavía restan dos este mes y la advertencia continúa siendo la misma: no es tiempo de vacacionar.

La disciplina social es, entonces, la nueva regla de oro de los colombianos. Cada quien es responsable de su salud y vida, pero también de la salud y vida de los demás. No solo es responsabilidad de cada persona cumplir con los protocolos de bioseguridad y distanciamiento social, sino que también debe ser un factor activo para exigirle lo propio a quienes lo rodean en su casa, los espacios públicos, el transporte masivo, los sitios de trabajo, el comercio y todo escenario al aire libre .

El llamado es uno solo y tiene que multiplicarse en todos los órdenes y en todo el territorio: la emergencia sanitaria continúa y no hay que confiarse ni mucho menos relajar las medidas de prevención. No se puede arriesgar todo lo que Colombia ha ganado en el combate a la pandemia. Estamos en la fase más delicada y si se baja la guardia aumentará de manera absolutamente dramática el número de contagios y decesos. El Covid-19 continúa siendo una amenaza grave y grande para Colombia, esa es una realidad que no puede su dimensionarse.