*El establecimiento dividido
*Movilidad social y paz
La tensión de las campañas por la Presidencia, en medio de las negociaciones de paz en La Habana, sube de temperatura de la misma forma como la bilirrubina a los enfermos. En ciertos momentos más que una campaña por el poder en un certamen típico de la democracia, pareciera que estuviésemos en una película de suspenso al estilo de James Bond, en la actualidad con elementos más sofisticados de alta tecnología que penetran los correos y las llamadas de las campañas para conocer sus estrategias y secretos. Conspiración que da a conocer la Fiscalía en unos casos y en otros procede de declaraciones de individuos detenidos en los Estados Unidos, por el escándalo de la supuesta entrega, antes de entrar e negociar, de US$ 12 millones para favorecer una entrega de la mafia que le costó la cabeza al publicista J.J. Rendón, quien niega los cargos y renuncia para evitarle complicaciones innecesarias al presidente-candidato Santos. La fiscal de entonces, Viviane Morales, reconoció los hechos y dijo que no estuvo de acuerdo y rechazó de plano el entuerto. Lo mismo expresan los que están vinculados al asunto y los sucesos lo demuestran, puesto que formalmente no se da ninguna negociación al respecto.
El Centro Democrático, por cuenta del hacker Andrés Fernando Sepúlveda, quien estuvo en RCN con Luis Alfonso Hoyos, denuncia que en algunas zonas del país las Farc ejercían presión armada en favor de la reelección. Al exministro Rodrigo Pardo le parece sospechoso el asunto, en cuanto Sepúlveda se presentó con un alias, lo que es común entre los que suelen enviar mensajes y librar batallas de opinión en las redes. La Fiscalía procedió a detener a Sepúlveda, por considerar que estaría intentando penetrar los archivos de los negociadores de paz, de las Frac y otras fuentes. Acto que tiene sanción penal. Luis Alfonso Hoyos, quien es un político respetable, negó cualesquier maniobra de mala fe para minar el proceso de paz, y renunció a la asesoría de la campaña de Óscar Iván Zuluaga.
María Isabel Rueda, en El Tiempo, cuenta que el candidato Zuluaga está envuelto en el escándalo de Interbolsa, por cuanto destituyó por presiones de un amigo ligado al alto gobierno de entonces, al superintendente Augusto Acosta, funcionario reconocido por su probidad. Lo que habría favorecido el proceder ilegal de esa empresa que siguió esquilmando a los ahorradores y dejo a tantas personas, viudas y gentes de toda condición en la calle. El exministro de Hacienda y candidato del Centro Democrático niega que hubiese actuado por presiones indebidas para favorecer a interbolsa.
El exministro Fernando Londoño Hoyos lanza una dura y apocalíptica diatriba contra el presidente Juan Manuel Santos y su hermano Enrique, reconocido pacifista, en lo que considera un nuevo Proceso 8.000 para favorecer a la Farc y, sostiene, que no descarta que intenten asesinar al expresidente Álvaro Uribe o que él sea el blanco de los sediciosos. Lo que no sorprende pues ya atentaron contra su vida. El Tiempo discrepa de la columna y afirma en un editorial que la publicó, para no convertirlo en un héroe de la libertad de expresión.
Otros escándalos menores y que pueden crecer y sacudir la opinión están en curso. La propaganda negra está de moda, en un país donde la movilidad social en política no se da siempre por méritos, ideas, grandes proyectos, hechos sobresalientes, sino por la defenestración de los caciques políticos o de senadores y representantes enjuiciados, lo que en algunos departamentos produjo el cambio de la clase política, algo que Wilfredo Pareto en sus sesudos estudios sicológicos no había previsto.
Lo que sí estamos viviendo hoy según la tesis de Pareto, es una lucha en la cual un amplio sector de la clase dirigente tiene la fuerza y se afinca más en la sagacidad para actuar, en tanto que las Farc parece que cuentan más con la sagacidad diplomática que con la fuerza. Los primeros si usan las dos potencias pueden tornarse imbatibles, los segundos al ser más débiles en fuerza sobreviven apoyados por terceros países o reducidos a las selvas, sin posibilidad de vencer, pero sí de hacer mucho daño. Así que lo que divide al establecimiento y los políticos colombianos es la manera de terminar el conflicto armado y conseguir la paz, sea mediante la negociación o por la fuerza, cuando en el fondo ambas potencias son fundamentales.