Ya se oficializó la pérdida de la sede de los Juegos Panamericanos 2027 para Colombia. El inexplicable incumplimiento del gobierno Petro en los pagos de ocho millones de dólares a la Organización Deportiva Panamericana terminó por privar al país de albergar las justas más importantes a nivel continental, así como las segundas en el escalafón de las competencias del ciclo olímpico.
Más allá de las insólitas y poco creíbles excusas del Ejecutivo para tratar de explicar semejante yerro, en un vano intento por esquivar su responsabilidad en semejante hecho tan vergonzante, resulta evidente que las consecuencias de lo ocurrido serán muchas y en distintos ámbitos.
En el deportivo, por ejemplo, le resultará muy complicado al país volver a tener la confianza de las organizaciones internacionales de cualquier disciplina con miras a que le otorguen al país la posibilidad de ser sede de eventos de orden regional, suramericano, centroamericano y continental.
Paradójicamente, Colombia está entre los pocos países latinoamericanos que cuentan con infraestructura moderna y escenarios deportivos certificados para competencias de élite. Cuantiosos recursos se han invertido en las últimas dos décadas en ese aspecto y hay una porción subutilizada.
Incluso, estaban proyectadas una serie de adecuaciones a los escenarios y de construcción de otros, lo que habría favorecido la preparación y calidad de nuestros atletas. Esas inversiones ya no se harán, con una grave afectación a los procesos de formación de los deportistas en Colombia, más aún en momentos en que lo que se requiere para una efectiva búsqueda y consolidación de talentos es, precisamente, que los niveles de competencia se cualifiquen cada día más.
Asimismo, la posibilidad de albergar justas atléticas de orden trasnacional es una oportunidad de oro para que nuestros deportistas compitan o presencien a los mejores exponentes de muchas disciplinas, con miras a aprender de ellos y sus procesos de entrenamiento.
De igual manera, no se puede negar que la localía siempre pese a la hora de lograr un mejor rendimiento en cualquier competencia. El apoyo entusiasta del público se convierte en un plus que, por obvias razones, no se tiene cuando este tipo de citas se realiza en el exterior.
De igual modo, no se puede perder de vista que los Juegos Panamericanos 2027 se veían como una oportunidad clave para que muchos de nuestros atletas pudieran competir por lograr las marcas mínimas para asistir a los Juegos Olímpicos de 2028, que se llevarán a cabo en Los Ángeles, Estados Unidos.
Visto todo lo anterior, se entiende por qué se afirma que con la pérdida de la sede de los Juegos Panamericanos 2027 el primer gran perjudicado, entre muchos sectores perjudicados, fue el deporte colombiano. Insólita y gravísima equivocación gubernamental.