A medida que avanza el proceso de paz, uno de los términos que más se está usando en Colombia es el del “posconflicto”. En la actual campaña casi todos los candidatos al Congreso lo utilizan a diario en sus respectivas correrías y discursos proselitistas. Igual pasa entre los analistas, periodistas y columnistas en los medios de comunicación. En la academia el debate es aún mayor y en los últimos meses son muchos los foros que se han realizado al respecto. Igual pasa en las instancias oficiales en donde es común ya escuchar que es necesario preparar el país y sus prioridades nacionales hacia lo que debe ser la etapa posterior a la firma de un eventual acuerdo de paz y todos los retos que ello implica. Incluso en las escuelas y colegios en donde hay espacio para tratar temas de coyuntura para que los alumnos se vayan sintonizando con las realidades nacionales, el tema del posconflicto se está imponiendo como uno de los más recurrentes en las discusiones y trabajos que se les dejan a los estudiantes…
Sin embargo, una cuestión es que hoy se hable mucho de posconflicto y otra muy distinta que el grueso de la ciudadanía entienda de forma clara y directa qué es. Incluso, en medio de esa torre de babel alrededor del término se escuchan definiciones muy disímiles, aun contradictorias. Por ejemplo, no hay coincidencias en torno de a partir de cuándo empezaría esta etapa, cuáles son sus principales características, qué requisitos deben cumplirse o exigirse para acceder a la misma… Es más, hay analistas que aseguran firmemente que ya el país se encuentra en este período, pese a que las negociaciones en La Habana no han terminado…
Es allí en donde, desde ya y como un elemento clave de la pedagogía de la paz, se debería empezar a generar un movimiento público-privado-académico que lleve a tratar de unificar términos y conceptos alrededor de lo que se podría llamar posconflicto. La idea, obviamente, no es imponer determinada definición y características, pero sí crear un marco conceptual de referencia para que la ciudadanía se vaya empapando del tema. Se cae de su propio peso que el tema del fin de la guerra es el más importante para Colombia y que el vehículo de la paz necesita un empujón permanente e incansable de todos los colombianos. Por lo mismo, es necesario que haya claridad sobre cada una de sus instancias, lo que significan y los deberes y derechos de todos los sectores para que cada etapa llegue a buen puerto.