Variables económicas a la mano
Agroindustria, el motor por arrancar
EN caso de estabilizarse el precio del petróleo entre 70 y 80 dólares, en seis meses, Colombia habrá perdido entre 20 y 25% de sus posibilidades presupuestarias, referidas exclusivamente al crudo. No quiere decir ello, por supuesto, que ha de quedarse ahí, estática, en medio de la problemática suscitada por las decisiones de la OPEP.
La baja del precio de petróleo ha estado dirigida, ciertamente, a desfavorecer el autoabastecimiento de los Estados Unidos, soportado en el gas de esquisto y la explotación petrolera no convencional, y de otro lado a favorecer las economías europeas y la japonesa que tendrán acceso más barato al mercado. España, por ejemplo, anunció que el alivio le permitirá irrigar 10.000 millones de euros de gasto público en áreas deprimidas de su economía. En tanto, entre los perdedores, Venezuela, que apostaba por un recorte de la producción para mantener o elevar los precios.
En el caso colombiano, cuando hemos llegado al umbral del millón de barriles diarios, el precio alto era por descontado favorable. Soportar el desarrollo económico en el auge minero-energético, llegando incluso a convertirse en una nación de renta media, catalogada por lo demás entre las Civets, resultaba un colchón mullido que permitía una navegación sin tormentas. Ahora se trata de mantener el norte, con los ajustes necesarios, de modo que se pueda conservar la posición preeminente latinoamericana y sin caer presa del dramatismo que algunos quieren fomentar para pescar en rio revuelto.
Por fortuna, Colombia ha mejorado su exposición económica, tanto frente a las calificadoras de riesgo como ante la banca multilateral y en general los gobiernos mundiales. En primer lugar, pues, es fácil deducir que una parte del faltante habrá de cubrirse con deuda externa, dentro de los márgenes de la sostenibilidad fiscal.
También es evidente que habrá de incrementarse el volumen de producción gasífera y petrolera, sin descontar la minera de carbón y oro. Para ello, de antemano, se ha venido contemplando la exploración y explotación de crudo a partir de las técnicas no convencionales y las de costa afuera. En ambos casos se ha avanzado de manera que, a través del fracking o en las de mar abierto, se consigan 200.000 barriles diarios adicionales, si la incursión resulta positiva. Que ya no serán excedentes, pero permitirán mantener las cotas actuales.
Por su parte, la devaluación hará las veces de pulmón de la economía, depreciación que a su vez jalonará los precios de consumo interno hacia arriba, de forma que lo suntuario perderá espacio. Aun así, el precio de la gasolina vendrá necesariamente a la baja y ello generará un equilibrio. Se espera, de su lado, que el repunte del dólar no implique una desbandada hacia la compra de divisas, para mejorar el rendimiento en pesos, pero la adecuación monetaria resultará, a su vez, aliciente para las exportaciones, fortaleciendo la industria. De momento, parecieran controladas las presiones inflacionarias y habrá tiempo para evaluar las tasas de interés, dependiendo del comportamiento del mercado.
En otro aspecto, el ritmo de la inversión pública se mantendrá a todo vapor. La construcción seguirá incidiendo favorablemente en la tasa de ocupación, mientras que las obras públicas, a más de la vivienda, serán motivo de irrigación económica. Desde luego, no son las consultas previas, la compra de predios ni las licencias ambientales, el problema central, sino la financiación, todavía a la expectativa.
Al mismo tiempo, los recortes de canonjías y privilegios en el Estado deberán aplicarse a rajatabla. Lo que se requiere es inversión neta, en asocio con la empresa privada, reduciendo el gasto burocrático. Entre tanto, hoy más que nunca se necesita la reforma tributaria, no por uno, sino por cuatro años, dentro de un consenso equilibrado.
Queda pendiente, desde luego, uno de los temas fundamentales: la agroindustria. Tiene allí Colombia una gran posibilidad, si no del tamaño petrolero, sí cerca, como despensa de alimentos. Es ahí donde hay que concentrarse, haciendo caso omiso del populismo opositor, y sacar avante la reforma de baldíos en el Congreso. Esto hace parte necesarísima del aquí y ahora, como del futuro cercano. De manera que variables existen, algunas en curso y otras a utilizarse en el momento oportuno.