*Movimientos de las últimas semanas
*Disertación del Comisionado de Paz
Hay algunos satisfechos con que el proceso de paz del presidente Juan Manuel Santos no tenga la raigambre que debería tener en las encuestas. Lo cual, desde luego, no es bueno, tanto en cuanto es necesaria la mayor cantidad de voluntad política posible del país para salir de los últimos 50 años de guerra en que ha estado embebido. Esto, según el comisionado de Paz, Sergio Jaramillo, en su conferencia de la Universidad de Harvard, publicada ayer en toda su extensión por El Tiempo, es lo que se denomina “la energía de la paz”. Indudablemente hoy el país está, al respecto, en un punto de inflexión. Hasta el momento en lo que va corrido de los diálogos de paz en La Habana han informado dos preacuerdos en los que pueden vislumbrarse salidas positivas. Pero mientras ha avanzado la campaña, básicamente de enero a hoy, muchos son los elementos adicionales que permiten avizorar el acuerdo que lleve al fin del conflicto y que viabilice con posterioridad la construcción de la paz en los ámbitos territoriales de mayor afectación y la necesidad, no sólo de la refrendación, sino de los proyectos de ley y actos administrativos que ayuden a sustentarla y brindar a la ciudadanía en general las garantías de no repetición.
Ha dicho con énfasis el Comisionado y Negociador algo en lo que tiene toda la razón: “no va a haber otra oportunidad para la paz”. En efecto, muchos son los intentos que puede mostrar Colombia en procura de la reconciliación, inclusive con grandes desmovilizaciones y la correspondiente dejación de armas. No obstante, en esta ocasión se está hablando de la posibilidad de que por fin la Nación deje de ser territorio de las armas asociadas con la política y se pueda cambiar hacia un escenario en el que el país pueda generar una sociedad más homogénea e igualitaria, donde el respeto de los derechos y los deberes sean base de la sociedad que se pretende conseguir. Una edición especial de la revista Semana sobre Antioquia y Medellín, en el marco del Foro Mundial de la ONU con las Ciudades Sostenibles, puso de ejemplo orbital esta zona del país para demostrar cómo con consenso, voluntad y esfuerzo se puede salir de las crisis, por más duras y oscuras que sean, y pasarse a un tejido social inclusivo, productivo e innovador. Más o menos lo mismo es lo que se pretende con el proceso de paz. No se trata, por tanto, de una competencia por quién gana el conflicto, que es lo que pretenden los adversarios del proceso, sino de resolverlo de la mejor manera posible, con los instrumentos creados por los mismos colombianos y bajo el liderazgo de quien se atrevió a abrirlo, aun a costa de una parte de su capital político y de sufrir el sambenito de quienes lo acusan por ello de “traidor”.
Ineludiblemente en las próximas elecciones del 25 de mayo, la nación colombiana tendrá que evaluar con su voto si le sigue dando una oportunidad a la paz o quiere su cierre. Salvo el Jefe de Estado, quienes en el momento están de candidatos presidenciales no han tenido mayor experiencia en estos temas, siendo eficaces en muchos otros. Hay que tener en cuenta, además, que ha sido el presidente Santos quien de todos los mandatarios en los últimos años en Colombia, ha golpeado más contundentemente a las Farc, con la eficaz ayuda de la Fuerza Pública. Al mismo tiempo es, con esta organización guerrillera, el Presidente que con su equipo negociador ha logrado llevar lo más lejos una agenda que busca el fin del conflicto. Ambas características del Jefe de Estado es lo que permiten avizorar con cierto optimismo el proceso de paz, así los opositores pretendan impactar las encuestas.
De hecho, en los últimos meses, como se dijo, varios son los elementos nuevos que no han recibido la suficiente atención pública: el ‘Bloque sur’ de las Farc entró integralmente a la negociación; se aceptó la Comisión de la Verdad una vez se ponga fin al conflicto; por primera vez en la historia las Farc dijeron anteayer, textualmente, “que nunca como ahora han existido condiciones reales para sacar avante un tratado de paz estable y duradero”; ambas partes han reconocido un entorno internacional altamente favorable a la paz de Colombia; la guerrilla ha dicho igualmente que se está muy cerca de preacordar el tercer punto sobre la lucha antidrogas; la coalición mayoritaria de la Unidad Nacional ganó las elecciones del Congreso sobre la base de la paz; las Farc han aceptado que no sea necesariamente una asamblea constituyente el mecanismo de refrendación popular del eventual acuerdo; y se ha reactivado el Consejo Nacional de Paz.
El comisionado Jaramillo concluyó en su disertación en la universidad norteamericana: “la paz es una decisión, una decisión por el futuro y en contra del pasado”. Ese es el dilema en que se hallan los colombianos.