Ojo al sicariato | El Nuevo Siglo
Domingo, 12 de Noviembre de 2023

* Preocupante aumento de este tipo de delito

* Auge de extorsión detrás de muchos homicidios

 

La inseguridad urbana está disparada. La mayoría de gobernadores y alcaldes, así como de entes de control e incluso organismos internacionales y organizaciones no gubernamentales, dan cuenta de un aumento preocupante de los delitos de alto impacto. Una de las problemáticas más graves tiene que ver con la curva de homicidios.

Según el último reporte del Ministerio de Defensa, entre enero y septiembre se reportaron 9.958 homicidios intencionales, apenas 61 menos que los registrados el año pasado. En ese cúmulo de asesinatos hay una tendencia creciente de casos de sicariato. A diario se reportan en ciudades y municipios este tipo de muertes violentas, cuyo impacto se multiplica por cuenta de las imágenes de los ataques mortales que, tomadas por la cada vez más amplia red de cámaras de vigilancia públicas y privadas, se viralizan rápidamente en las redes sociales.

El incremento de los mal llamados “asesinatos por encargo” tiene múltiples causas, de acuerdo a las investigaciones de las autoridades. Una parte de los homicidios responde a pleitos de índole personal o pasional, como ocurrió recientemente con el asesinato de un hombre en Soacha que fue baleado cuando acompañaba a su hija a pedir dulces la noche de Halloween. Una eficiente tarea de la Policía permitió en tiempo récord la identificación y captura tanto de los presuntos sicarios como del señalado determinador del crimen, que sería la expareja de la esposa de la víctima.

En otros homicidios, sobre todo en distintas ciudades de la costa Caribe, las hipótesis apuntan a que, según el modus operandi de los asesinos y el perfil de las personas ultimadas, se trataría de muertes violentas relacionadas con casos de extorsión. De hecho, gremios de los comerciantes, industriales, transportadores, vendedores estacionarios y ambulantes, así como transportadores, señalan que algunas de las víctimas estarían siendo objeto de exigencias económicas por parte de grupos de delincuencia común y organizada, varias de ellos, incluso, integrados por bandas criminales venezolanas.

El peligroso auge de la extorsión está confirmado en las estadísticas del Ministerio de Defensa, según las cuales en los primeros nueve meses de este año se registró un total de 7.626 casos de este delito, pero es claro que, según se denuncia en todo el país, la incidencia es mucho más alta. Es más, se ha detectado que los extorsionistas  primero se contactan con sus víctimas, les hacen la exigencia económica y si no reciben respuesta positiva, proceden a atentar contra los negocios (incluso con artefactos explosivos, como ha ocurrido en Bogotá) y, finalmente, optan por el secuestro o el asesinato.

Precisamente por eso muchos casos de secuestro también tienen un nexo directo con actividades de extorsión y de los métodos violentos a que acuden los delincuentes para presionar el pago de las "vacunas". Entre enero y septiembre se reportaron 241 casos de plagios, lo que significa un aumento del 83% frente a los denunciados en igual lapso del año pasado. No en vano, del total de esas retenciones ilegales, 167 correspondieron a secuestros de tipo extorsivo.

Visto lo anterior, es imperativo que se refuerce la estrategia de seguridad urbana y rural. El incremento del sicariato exige una respuesta más contundente de las autoridades. La captura y rápida judicialización y encarcelamiento de los involucrados en el referido homicidio en Soacha pone de presente la importancia vital de las redes ampliadas de cámaras de vigilancia. Estas permitieron identificar las rutas de llegada y escape de los asesinos, con tal nivel de precisión que fue posible en este caso establecer en qué lugar se escondió la motocicleta utilizada para el crimen y hasta las pistas del domicilio de uno de los asesinos.

Es clave, igualmente, que se escuche a los alcaldes y gobernadores, tanto a los salientes como a los entrantes, ya que coinciden en que se requiere aumentar de forma sustancial el pie de fuerza policial, así como reformas a los códigos Penal y de Procedimiento Penal con el fin de evitar las excarcelaciones recurrentes, que son la causa objetiva de la reincidencia criminal.

Asimismo, resulta urgente fortalecer las capacidades de inteligencia humana y tecnológica en los organismos de seguridad, sobre todo para identificar y desmantelar las organizaciones que se dedican a los "asesinatos por encargo". No basta con la captura de unos pocos sicarios, sino que debe tratarse de judicializar toda la estructura delincuencial.

El incremento de los casos de sicariato, como se dijo, es una evidencia de la debilidad de la política de seguridad urbana y rural. El Gobierno, que insiste equivocada e irresponsablemente en politizar el debate sobre el aumento de los delitos de alto impacto, debe corregir el rumbo antes de que la violencia continúe ganando más terreno en ciudades y campos, cobrando cada día más vidas inocentes.