Nubarrones de la economía | El Nuevo Siglo
Domingo, 23 de Diciembre de 2012

* Ojo con la situación internacional

* Reforma tributaria y crecimiento

 

Tal como lo advertimos en anteriores editoriales, el optimismo del Banco de la Republica y de algunos organismos oficiales, nos parecía infundado, en tanto los precios de las materias primas están a la baja, por cuenta del deterioro de la economía de los Estados Unidos, de Europa y Asia. Por lo que no se debían hacer cuentas alegres. Sin contar que gran parte de las regalías del petróleo se han malgastado. Los pésimos indicadores de corrupción nos colocan de coleros en la  sociedad internacional. La revaluación del peso es una carga a cuestas de los productores nativos, cada vez menos competitivos. Así se beneficien entre tanto los capitales golondrina y las importaciones, lo que inclina el consumo a los productos importados. La carestía de nuestras ciudades golpea severamente a la población. Es un hecho comprobado que comerse una hamburguesa en Colombia es más caro que en China, los Estados Unidos y los países vecinos. Lo que se repite con otros productos básicos que consume nuestra población.

En otra oportunidad destacamos que en promedio la inversión de un millón de dólares en hidrocarburos apenas genera un empleo. Hemos insistido  una y otra vez en que debemos ser prudentes y previsivos, lo que tiene que ver con  sembrar el petróleo, invertir más en educación e infraestructura. Lo mismo que indicamos que la relación entre la llegada de capitales y la salida de los mismos tendía a invertir la situación, siendo en este año que termina más lo que sale que lo que ingresa del exterior. Por lo mismo, en tales condiciones y con la baja del precio internacional de productos como el carbón, los altibajos de los cafeteros y otros productores, los datos no daban para crecer al 4%. Rubros como los de la producción industrial y las exportaciones de productos colombianos con valor agregado son sorprendentemente modestos. En un país en el cual la producción de pequeñas empresas suma más del 60% de la producción, apenas cubren un 4% de las exportaciones, con los TLC que van entrando en vigencia es claro que nuestra  competitividad se verá seriamente afectada.

Entre los datos positivos se destaca el crecimiento del agro y la entrega por cuenta del ministro de Agricultura, Juan Camilo Restrepo,  de títulos a campesinos que en el pasado fueron despojados de sus tierras. La caída en la construcción agrava el malestar de los sin empleo, lo mismo que tiene fuerte impacto en el crecimiento. El descenso de la construcción en el último trimestre ronda o sobrepasa el 12%. Los indicadores de nuevos permisos para construcción bajaron. En tales circunstancias, y en vista de que la economía mundial no reacciona, es de prever que la demanda de materias primas tiende a bajar, lo que afecta los ingresos del país. No pocas de las compañías petroleras  que explotan nuestro crudo ya invirtieron, por tanto lo que hacen ahora es trabajar sus concesiones y sacar las utilidades. Es de anotar que por cuenta de la peritología exagerada y la intervención de distintos entes estatales en ese asunto, varias empresas mineras no han podido cumplir sus objetivos, lo que incide en los resultados negativos. El peso de la economía de Bogotá se afecta severamente por la lentitud en los trámites de construcción o la falta de incentivos  para levantar las bodegas que necesita el TLC, así como los problemas que afrontan urbanizadores que están paralizados porque no han llegado a un acuerdo con las autoridades municipales para el suministro de agua. La reforma tributaria que se aprobó de manera inusual en una maratónica jornada que culminó en un pupitrazo el pasado viernes, que se inició a las 7 de la mañana en el Capitolio, es bien intencionada, dada la notable capacidad y talento del ministro Mauricio Cárdenas Santamaría, quien figura entre los presidenciables del país. Parte del supuesto que rebajando impuestos a las grandes empresas y contribuyentes, favorece el empleo, cuando muchas de esas compañías  tienden a tecnificarse más, como ha pasado con firmas nacionales que compran financistas del exterior, los que buscan bajar costos y sacar sus utilidades.  A sabiendas de que los asalariados son los que más aportan al fisco, en tanto las grandes empresas aportan el 6% de renta gravable, unos 56.5 billones de pesos, los trabajadores suman el 38%. Con miras a amortiguar la crisis que se otea en el horizonte y aumentar el consumo habría sido mejor no gravar tanto a la clase media y trabajadora. Esperamos que la sonrisa de satisfacción del ministro Cárdenas, que destacó la prensa cuando se aprobó la reforma, estimule la economía.