La inauguración anoche del nuevo muelle nacional de pasajeros en el aeropuerto internacional Eldorado es, sin duda, una muy buena noticia, no sólo porque se trata del terminal aéreo más importante del país, sino porque también será uno de los más modernos y de mayor capacidad en tráfico de pasajeros y carga en nivel latinoamericano.
Los avances en materia de infraestructura, niveles de seguridad, movilidad de viajeros, transporte de equipajes y carga, tecnología de servicio al cliente y otros aspectos del nuevo muelle apuntan a que Eldorado estará a la altura, proporcionalmente, de los mejores aeropuertos del mundo.
Los resultados positivos de las pruebas piloto sobre tiempos para el abordaje y llegada de pasajeros, así como de carga y despacho de maletas, deberán reflejarse a partir de hoy en el día a día del terminal bogotano.
Es aquí en donde se medirá la funcionabilidad del nuevo muelle de 65 mil metros cuadrados, que alberga, además de una infraestructura aeroportuaria moderna y estandarizada, más de un centenar de locales comerciales, área de comidas y otros espacios de servicio como escaleras eléctricas, 10 ascensores, baños públicos, accesos vehiculares...
El reto es igual para las aerolíneas, pues la entrada en funcionamiento del muelle nacional dejará sin piso muchas de las excusas que se esgrimían ante los desesperados pasajeros por los retrasos y cancelación de vuelos.
Las autoridades también tendrán aquí un renovado papel, no sólo aquellas que deben vigilar el cumplimiento de los derechos de los usuarios del transporte aéreo, sino también de la Policía y demás organismos de seguridad que cuentan con tecnología de punta para cumplir de manera oficiosa y rápida sus funciones migratorias, antidrogas y de otra índole.
Sin embargo, como se ha advertido en reiteradas ocasiones desde estas páginas, el creciente volumen de pasajeros y carga que se presenta en Eldorado obliga a que no sólo se aceleren los trabajos pendientes en la modernización del terminal, como la nueva torre de control y otras adecuaciones en infraestructura y tecnología, sino que debe pensarse en apurar también los tiempos para el traslado de todas las operaciones aéreas castrenses y policiales a la base militar de la vecina población de Madrid. Y debe trabajarse a fondo y con la óptica puesta en el corto plazo, en torno del aeropuerto alterno de Bogotá, cuya necesidad ya no se discute y requiere un mayor dinamismo en materia de decisiones.
Del debate acerca de si este aeropuerto ya le quedó pequeño a Bogotá debe pasarse a la formulación de soluciones viables en el corto, mediano y largo plazos. Así lo obliga una economía emergente como la colombiana, con más de 15 TLC en vigencia o en proceso de estarlo en poco tiempo, convertida su capital en una plaza de primer nivel para conexión de vuelos internacionales, con crecimientos récord en tráfico de pasajeros y carga, y sumado a ello a un boom en materia de destino turístico y de negocios… No hay tiempo que perder.