- Incierto pulso bélico y geopolítico
- La tragedia del avión ucraniano
El mismo día del ataque esta semana con misiles desde Irán a la base militar Al Assad, de Estados Unidos en Irak, fue derribado un avión de pasajeros Boeing 737-800 de Ucrania International Airlines. El vuelo 752 había despegado del aeropuerto internacional Imam Jomeini, en Teherán, con rumbo a Kiev, pero resultó siniestrado a los pocos minutos. Las primeras versiones sobre el trágico hecho se dieron en Irán, en donde sostenían que la nave despegó y por alguna circunstancia intentó volver al aeropuerto, sin conseguirlo. Dicha versión inicial no ha podido ser confirmada pues se desconoce el informe del contenido de las cajas negras.
Sin embargo, la hipótesis de que el avión hubiera sido blanco de un ataque siempre estuvo presente. Más aún porque el accidente se dio apenas horas después de que las fuerzas de la República Islámica lanzaran una serie de misiles balísticos contra la base estadounidense en Irak. Según la Casa Blanca, dicho ataque no causó bajas entre las tropas norteamericanas. Incluso varios de los misiles alcanzaron a ser interceptados por el moderno sistema de defensa desplegado por los norteamericanos en el lugar, especialmente de armas de rastreo aéreo electrónico. Aunque Teherán proclamó como un triunfo el ataque, lo cierto es que para el gobierno Trump esta represalia de la república islámica por el abatimiento días atrás del influyente general Qassem Soleimani no afectó a sus tropas. Por el contrario, lo ocurrido esta semana ha servido para que Estados Unidos sorprenda y advierta en torno al alcance de su arsenal y los nuevos desarrollos armamentísticos, pese al hermetismo que trata de mantener sobre estas nuevas tecnologías, en competencia directa con Rusia, que vende armas de todo tipo a Teherán.
Ello explica por qué el presidente Donald Trump se mostró sereno en su reacción tras el ataque aéreo iraní, que no causó el daño que calculaban sus enemigos y sí reforzó la convicción sobre la eficacia de las armas antiaéreas con las que cuentan las tropas estadounidenses. El titular de la Casa Blanca, antes que anunciar un contrataque, optó por aumentar las sanciones económicas a Irán, en lo que fue entendido como una movida para bajar la tensión bélica entre las dos naciones. Situó así los hechos en el terreno de lo que se denomina “guerra de baja intensidad”.
En vista de ello, entonces la atención volvió a centrarse en el avión ucraniano siniestrado, en donde las sospechas en torno a que no cayó por una falla técnica venían aumentado hora tras hora. Es más, los medios de comunicación estadounidenses empezaron a atribuir el caso a un error de los iraníes que manejaban las baterías misilísticas de fabricación rusa, consideradas de las más eficaces y desde las cuales lanzaron el ataque a la base en Irak. La sospecha luego se tornó en certeza cuando habló el Primer Ministro de Canadá, de cuya nacionalidad eran 63 de las 176 víctimas, entre las cuales hubo 82 iraníes, 11 ucranianas, 10 suecas, cuatro afganas, tres alemanas y tres británicas. Todo hace indicar que el Boeing fue derribado por una batería antiaérea soviética tipo Tor-M1, una versión que corroboran las imágenes satelitales, las señales de radar y otros datos electrónicos. Aunque Canadá destacó que el ataque pudo no ser intencional, sí hay mucha preocupación de los especialistas por la capacidad iraní para manejar su arsenal, ya que esta ocasión no impactó un objetivo militar sino a civiles inermes.
En medio de este complicado escenario, Irán, después de las versiones iniciales y contradictorias que difundió, ahora sostiene que no se sabrá que pasó sino quizás en unos dos meses, cuando se conozca el contenido de dos cajas negras del avión que las autoridades de la república islámica dicen tener. Pero no hay claridad sobre ese proceso, ya que Canadá no tiene relaciones diplomáticas con Teherán, que tampoco permite que la Boeing y firmas especializadas en investigación de accidentes puedan revisar sobre el terreno lo ocurrido. Incluso, la Unión Europa pidió a Irán que ofrezca las garantías para una investigación pronta y efectiva que establezca la verdad de los hechos. Ello mientras Ucrania solicita a Irán y Occidente que se pongan de acuerdo y hagan una indagación transparente y exhaustiva.
Como se ve, la tensión en Medio Oriente está en uno de sus máximos niveles de la última década. Si bien los expertos en geopolítica y estrategia militar consideran que no habrá escalamiento bélico y que Washington y Teherán se están conteniendo inteligentemente en este campo, es claro que el escenario es muy inestable y que la posibilidad de atentados terroristas contra blancos occidentales en la zona u otras latitudes por parte de facciones islámicas radicales es muy alto, lo que producirá réplicas de la contraparte.