Uno de los temas más complicados en Colombia siempre ha sido el empalme o transición entre los mandatarios salientes y los entrantes. Si bien existen algunas normas que regulan el proceso mediante el cual la administración que termina el periodo debe entregar informes de gestión al equipo designado por el funcionario electo para ocupar una gobernación o una alcaldía, hay muchos vacíos en ese procedimiento. Incluso, sería ingenuo negar que en todo este mecanismo termina teniendo un peso específico la circunstancia política coyuntural y subjetiva de qué tanta cercanía partidista o ideológica hay entre las partes.
Tras los comicios del domingo pasado, que dieron lugar a un nuevo mapa político territorial, ya los elegidos en muchos departamentos y municipios han procedido a integrar las delegaciones que se encargarán de realizar ese empalme, en el marco del cual se les debe entregar informes sobre las tareas realizadas dependencia por dependencia, cortes de cuenta en materia presupuestal, así como el estado de los proyectos y programas.
Es un inventario de amplio espectro en el que, además, se hace una radiografía sobre lo relativo a los contratos en vigor, su nivel de ejecución tal y como los trámites y diligencias que realizarán las administraciones salientes durante noviembre y diciembre.
Aunque es necesario dejar en claro que los mandatarios salientes y las distintas dependencias de su respectiva jurisdicción conservan la autonomía funcional hasta el 31 de diciembre, siempre se ha discutido si no debería existir, legal o reglamentariamente, algún tipo de limitación, más aun siendo evidente que, tradicionalmente, muchos de los mandatarios salientes aprovechan este remate de su mandato para firmar un alud de contratos, hacer nombramientos y tomar decisiones que, no en pocos casos, dejan a los sucesores con las manos atadas en el arranque de sus periodos o, como se dice popularmente, con la ‘olla raspada’ en materia presupuestal.
Ya en algunas gobernaciones y alcaldías, los mandatarios electos y sus equipos de empalme están pidiendo el acompañamiento de los entes de control al momento de recibir ese corte de cuentas. Incluso se habla de ‘libros blancos’, es decir que se hará un inventario detallado de cómo se recibe cada entidad con el fin de proceder a una revisión minuciosa en busca de actos de corrupción o desgreño administrativo.
Sería conveniente que ahora que habrá más de dos años sin eventos electorales, el Congreso aprovechara para tramitar una norma marco para los procesos de empalme. Una legislación que señale un sistema objetivo, formal y esquemático para que haya la máxima claridad al respecto. Y que también fije restricciones a ese periodo de transición entre administraciones entrantes y salientes.