Lupa al rol de la ONU | El Nuevo Siglo
Viernes, 16 de Septiembre de 2022

* Pesimismo frente a nueva asamblea general

* Ente débil en un escenario global convulso

 

Difícilmente podría ser más complejo el escenario para la Asamblea General de Naciones Unidas. La 77ª sesión del cónclave que tendrá esta semana en Nueva York sus eventos más importantes, especialmente la intervención de decenas de presidentes y jefes de gobierno ante la plenaria, se produce en medio de un panorama global convulso e incierto.

El inventario de crisis coyunturales y estructurales es dramático. La guerra en Ucrania va rumbo a cumplir siete meses sin que asome alguna posible solución, en tanto que el coletazo en el mercado de hidrocarburos, la oferta energética y el pico inflacionario aumenta semana tras semana. A ello se suma que el ajedrez geopolítico deja ver a Estados Unidos, Rusia y China tratando de reacomodar fichas para mantener o variar el orden mundial. No menos grave es que mientras la pandemia de covid-19 continúa siendo una amenaza latente (este año ya causó un millón de muertes con corte a agosto), la viruela símica prende cada vez más alarmas en distintas partes del planeta.

Más preocupación genera todavía que el combate al cambio climático se enruta, cada día más, a una especie de batalla perdida que pone en peligro la supervivencia misma de la humanidad. El informe de la semana pasada de la Organización Meteorológica Mundial confirmó no solo el aumento de las emisiones de gases contaminantes sino el incremento de la temperatura global, lo que está generando una cadena de catástrofes de alta y baja intensidad en todo el planeta. Todo ello paralelo a un incumplimiento cada vez más marcado de las metas y compromisos del Acuerdo de París.

A lo anterior habría que sumar el riesgo recesivo que crece en no pocas economías de naciones desarrolladas y subdesarrolladas, el retroceso global del Índice de Desarrollo Humano, la persistencia de las tensiones nucleares, el agravamiento de conflictos bélicos y dramas humanitarios en distintas latitudes, así como el fortalecimiento de regímenes autoritarios, de facto, radicales o típicamente populistas, entre otros flagelos que azotan al planeta.

Como es apenas obvio, ese convulso escenario pone, una vez más, las miradas críticas en el rol que está cumpliendo la ONU, no solo en cuanto a honrar su primigenio y prioritario mandato de mantener la paz y seguridad mundiales, sino en lo relativo a su capacidad real de convocatoria como el ente trasnacional más poderoso del orbe. Para no pocos expertos y pensadores modernos, Naciones Unidas se ha convertido en un receptáculo y emisor de denuncias, pero no tiene la fuerza para imponer las medidas de tipo político, económico, social e institucional que se requieren para afrontar crisis coyunturales y estructurales de vieja o nueva data. El fracaso de la lucha contra el cambio climático, la inequidad en el acceso a vacunas que marcó la cruzada mundial contra el covid-19 y la inamovilidad del Consejo de Seguridad por el enquistado pulso geopolítico de Washington, Moscú y Pekín, son la principal evidencia de la debilidad intrínseca de la que, se supone, es la entidad con mayor legitimidad y mando en la Tierra.

Precisamente por todo lo anterior es que esta sesión 77 de la asamblea no genera mayor expectativa en torno a que de allí salgan decisiones y directivas contundentes y concretas para hacer frente a una parte de la multiplicidad de crisis actuales. La agenda, sin duda alguna, es muy amplia. Igual siempre concentra mucho foco mediático la intervención de los principales presidentes y jefes de Estado en la plenaria, aunque es claro que se trata de un ejercicio discursivo y de reafirmación de posturas geopolíticas y geoeconómicas que, como se anotó, casi nunca van más allá o se traducen en acciones inmediatas de largo alcance.

Como bien lo advirtiera años atrás un resignado mandatario en el marco de su intervención ante la asamblea: la ONU es un escenario de denuncia y alerta global, pero lamentablemente no lo es de decisiones de fondo, ni mucho menos de soluciones tangibles.